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Analistas 30/05/2017

Errores de inversión para evitar

Pascal Rohner
Director de Inversiones de In On Capital
Analista LR
La República Más
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Es de conocimiento común que los mercados financieros no son eficientes. Las bolsas dependen del sentimiento y la psicología de los inversionistas. Una teoría que explica anomalías bursátiles se llama finanzas conductuales, más conocida por su término en inglés: “Behavioral Finance”. En Latinoamérica, los conceptos y errores más marcados son la preferencia por activos que tienen flujos altos, la aversión a la pérdida y el sesgo al país de origen.

Actualmente, estamos en un entorno de mercados complicado. Muchos activos ofrecen poco rendimiento, como consecuencia de las políticas monetarias muy agresivas posteriores a la crisis financiera del 2008. Todavía tenemos tasas de interés cercanas a cero en las economías desarrolladas y los bancos centrales han inflado sus balances con compras de bonos, inyectando muchísima liquidez a los mercados. Inversionistas que buscan cupones y rendimientos por encima de 4%, por ejemplo, están obligados asumir más riesgo, comprando bonos de empresas menos sólidas o de países con más riesgos políticos y económicos. 

La razón por la cual muchos inversionistas prefieren cupones y dividendos no es porque necesiten un ingreso extra para vivir, sino porque perciben los activos con ingresos recurrentes como más seguros. Esta percepción es completamente errónea. Algunos inversionistas, como los pensionados, necesitan invertir en activos que ofrecen un ingreso recurrente; el resultado es que la demanda de estos activos es más elevada que la oferta, lo cual causa una sobrevaloración de los mismos. Por consiguiente, los activos con ingresos recurrentes pueden llegar a presentar un riesgo superior.

Los latinoamericanos también son reticentes a vender un activo con pérdida. Esto se explica por el concepto de aversión a la pérdida, que se refiere a la fuerte tendencia de la gente a preferir no perder antes que ganar. En efecto, hay estudios que indican que, desde el punto de vista psicológico, perder es doblemente más fuerte que ganar. Como consecuencia, los inversionistas tienden a mantener activos en sus carteras con grandes pérdidas durante años sin importar que estos activos tengan pocas probabilidades de recuperación. Estos activos pudieran potencialmente causar un desequilibrio en la cartera. 

Más importante aún, la aversión a la pérdida puede causar que los inversionistas vendan acciones de empresas exitosas demasiado temprano, debido al miedo de perder las ganancias que han cosechado hasta el momento. En muchas ocasiones, es mejor mantener los ganadores y vender los perdedores con malas perspectivas de acuerdo con el famoso dicho en el mundo financiero que dice “stick to the gains and cut your losses”. Por ejemplo, si un inversionista compró las acciones de Amazon en enero 2015 a un precio de US$300, las podía vender en US$380 en febrero 2015 con una utilidad de más de 25%. Muchos lo hubieran hecho. Hoy, las acciones están cerca de US$1.000. 

Otra característica de los inversionistas latinoamericanos es que típicamente se enfocan en un universo limitado, por preferencia, experiencia o conocimiento. Por ejemplo, algunos solo invierten en bonos de países emergentes, otros solo en acciones de Estados Unidos y algunos solo en acciones preferentes. 

Como consecuencia, los inversionistas privados tienden a tener mucha concentración de riesgo en sus portafolios, lo cual es muy peligroso. Es importante recordar que cada activo tiene su riesgo. Cuanto mayor sea el rendimiento, mayor es el riesgo. No hay almuerzo gratis. El único concepto que mejora la relación riesgo/beneficio es la diversificación, concepto esencial y al cual necesariamente se llega invirtiendo en clases de activos con los cuales los inversionistas quizá no están tan familiarizados. En este punto, el papel de un asesor independiente es fundamental para no ser víctima de un buen vendedor de malos productos. 

También es muy importante diversificar en diferentes países y regiones. En Latinoamérica existe un sesgo muy fuerte a la región o al país de origen de cada inversionista. Esto es entendible, porque cada persona prefiere invertir en activos que conocen bien. Desgraciadamente, esto no siempre es útil y no deberíamos dejarnos llevar por un sentimiento de falsa seguridad. En Latinoamérica hay muchas incertidumbres políticas y económicas en prácticamente todos los países. También hemos visto una ola de escándalos de corrupción. 

Hasta para personas muy cercanas, es imposible prever el alcance de estos escándalos. Me parece admirable que los inversionistas tengan confianza en su propio país, pero aunque tengamos una visión positiva (que es cuestionable actualmente) no es razonable concentrarse demasiado en una sola nación. Los inversionistas deberían buscar la ayuda de asesores externos internacionales y dejarse aconsejar por expertos sobre oportunidades en otras regiones. Actualmente, por ejemplo, me parece más interesante explorar oportunidades en Asia, donde la dinámica económica es más favorable.

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