El diablo está en los detalles

Después de 35 años de experiencia en el sector energético, los últimos 6 los dediqué a una asociación gremial defendiendo a la demanda y representando a los grandes usuarios de electricidad y gas natural. En ese periodo avanzamos hacia una representatividad clara, con reconocimiento sectorial, propuestas sólidas en defensa de los usuarios y logros concretos: mayor oferta de gas, eliminación de cobros injustificados de transporte, visibilización del impacto de los indexadores en el incremento tarifario eléctrico, cuestionamiento del supuesto cumplimiento de la calidad de la energía y propuestas de manejo de escasez en electricidad y gas. Sobre todo, dejamos claro el papel determinante que cumple la demanda para equilibrar los mercados.

Ahora mi posición como ciudadana será más amplia. Decidí dar un paso natural hacia el Congreso para ejecutar directamente muchas de las recomendaciones y cambios que he defendido en beneficio de los usuarios. No comparto la idea de que la política no es para los técnicos, para la gente buena o para los preparados. Como candidata al Senado, creo que es más efectivo que alguien experto en energía actúe con transparencia y conocimiento profundo, en lugar de confiar en que quienes siempre han hecho política aprendan de un sector que exige comprender cada engranaje para tomar decisiones urgentes, sin vacilación y sin miedo. Porque el diablo está en los detalles.

Este gobierno, aun con buenas intenciones, ha insistido en cambiar la regulación, exigir tarifas justas y acelerar la transición energética. Pero por no saber cómo hacerlo, ha generado más grietas que soluciones. Hoy enfrentamos un incremento de más de 60,5 por ciento en costos de electricidad desde 2021, y de 51 por ciento en gas en los últimos dos años. Además, hay un retraso doble en inversión eléctrica y de gas: no se han cumplido las asignaciones, convocatorias ni planes de inversión; y tampoco se han corregido las señales ni las fórmulas tarifarias que deberían ajustarse cada cinco años.

Muchas llevan el doble, triple o incluso cuatro o cinco ciclos sin actualización, afectando directamente a los usuarios. Este es apenas un ejemplo de por qué se necesita entender a fondo el funcionamiento de los servicios públicos para ajustar el marco legal y lograr efectos reales. Aquí no bastan diagnósticos ligeros, se requiere rigor. Agradezco el espacio que ocupé y los sobrecostos que evitamos. La exigencia de aportes reales a la confiabilidad, la escucha de todos los involucrados y la convicción de que sin demanda no hay sostenibilidad posible. Demostramos que se necesitan miradas amplias para no quedar atrapados en discusiones estériles.

Soy una mujer de retos extraordinarios y quiero abrir camino a expertos en temas esenciales, a mujeres valientes, a jóvenes con espíritu de lucha y a personas con experiencia que desean reinventarse para asumir nuevas oportunidades. La energía, la luz, el gas y los servicios públicos atraviesan cada actividad económica, social y ambiental del país. Sin ellos, Colombia enfrentaría retrasos, pérdida de recursos y limitaciones de ingreso. Un retroceso inaceptable. Lo primero que haré será impulsar acciones para evitar y mitigar los riesgos de racionamiento que ya son evidentes, porque el diablo está en los detalles. Sin usuarios, sin demanda, el sector no sería viable. Y por ellos es que decido avanzar.