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Analistas 20/01/2024

Cambio de mentalidad para una nueva cultura

P. Harold Castilla Devoz
Rector General de Uniminuto

Seguimos atravesando momentos complejos en el sistema educativo global y nacional. Las realidades de disparidad en las oportunidades educativas y tecnológicas que se evidencian en distintas regiones del país hacen que el proceso natural de desarrollo pedagógico no sea el de mejor calidad, redundando en mayores niveles de inequidad.

Es cierto que el fomento actual del sistema educativo colombiano realiza su mejor esfuerzo para que estos retos se transformen, pero no es sólo con programas de mentalidad corta, dirigidos a los territorios de la nación, a través de iniciativas de infraestructura que sin querer ser “ave de mal agüero” es posible que terminen siendo “elefantes blancos” en detrimento de los recursos tan limitados que hoy tiene nuestro país por las circunstancias globales y locales en que vivimos.

Después de haber vivido la pandemia de la covid-19 en 2020 han pasado ya varios años en el que la pretensión de recuperación de la llamada “catástrofe educativa” está en marcha y se visionan planes estratégicos para ejecutar con la intensión de la pertinencia y del desarrollo del país. Ante estas complejas realidades, es necesario concientizarnos como sistema educativo, a través de sus políticas y liderazgos de la Institucionalidad, en el Ministerio de Educación Nacional (MEN) y en todas las organizaciones educativas de cualquier nivel y modalidad, de que cualquier medida que se fomente y ejecute, si éstas no están en función de un nuevo modelo cultural serán insuficientes. El cambio es de modelo mental y, en consecuencia, cultural.

Esta situación incrementa la conciencia de que se debe realizar un cambio en el modelo de desarrollo, para que se respete y proteja la dignidad de la persona humana. En este contexto, insisto, en que no son suficientes las recetas simples o los vanos optimismos con los que se pretende colocar a la educación como primer referente de acción de la agenda del desarrollo, por muy grande que sean los números de presupuesto para este año.

Lo que debemos buscar todos, como actores e instituciones educativas, es posicionar mucho más el poder transformador de la educación como una apuesta superior para dar al presente la esperanza que rompe los determinismos y fatalismos con los que el egoísmo de los más poderosos, el conformismo de los débiles y la ideología de los utópicos quieren imponerse como el único camino posible.

Educar es siempre un acto de esperanza que invita a la co-participación (Sistema Mixto de Educación Superior) y a la transformación de la lógica de la indiferencia que paraliza, capaz de acoger nuestro destino común. La educación debe ser capaz de generar y mostrar nuevos horizontes, en los que la hospitalidad, la solidaridad y el valor de la trascendencia construyen una nueva cultura, ¿no estaremos faltando a la cita con este momento histórico, por estar distraídos en otras iniciativas de fomento?

El itinerario educativo que requiere el camino de vida de las personas debe responder a los desafíos y emergencias del mundo de nuestra nación para comprender y encontrar soluciones a las exigencias de las generación de cada región y hacer florecer la humanidad de hoy y de mañana.

Nuestro futuro no puede ser la división, el empobrecimiento de las facultades de pensamiento e imaginación, de escucha, de diálogo y de comprensión mutua, este debe ser integral y compartido entre todos. El valor de las prácticas educativas no se medirán simplemente por haber superado pruebas estandarizadas, sino por la capacidad de incidir en el corazón de una sociedad y dar nacimiento a una nueva cultura.

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