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Analistas 09/10/2023

Crecer, crecer, crecer, el gran reto

Núria Vilanova
Presidente de ATREVIA

La lucha contra la inflación ha generado un fuerte aumento de los tipos de interés en todo el mundo. Latinoamérica y Colombia no son excepción, con una inflación anual de 11% y una tasa de interés del 13,25%. Estos indicadores deberían estar asociados a un recalentamiento económico, pero en 2023, según Cepal, Colombia solo crecerá 1,2%.

Algo falla en la ecuación del crecimiento, muy por debajo de lo necesario para atender las demandas de mejoras sociales. Una situación con múltiples efectos, incluidos políticos. En las 19 últimas elecciones en la región siempre ha ganado la oposición, con dos excepciones: Nicaragua y Paraguay. Estos resultados confirman que los países no tienen vocación de izquierda o derecha; votan contra los gobiernos que defraudan las expectativas de cambio, cuyos presidentes dejan sus cargos con índices de popularidad muy bajos.

Crecer tiene que ser prioridad de la región, tanto para generar empleo formal (en alguna economía de la zona hasta 80% de los puestos de trabajo son informales), como para impulsar grandes políticas de impacto social que devuelvan la confianza en el futuro. Pero, hoy, los gobiernos carecen de margen fiscal para redistribuir riqueza o promover grandes inversiones públicas.

El reto es evitar otra década perdida, como ocurrió en los 80. Y, como recordaba recientemente el secretario general iberoamericano, Andrés Allamand, la gran baza de Latinoamérica para conseguirlo pasa por la geoestrategia. Debe aumentar su relevancia global y despertar interés por su potencial de crecimiento, en un contexto en el que la inversión no va a provenir de fuentes públicas.

No se le puede pedir a América Latina que escoja entre Europa y China. Necesita a los dos. China es el segundo gran player de la economía global y reclama un mayor reconocimiento. En este momento hay un gran debate sobre el sistema de financiación global y el reparto de poder entre los grandes organismos multilaterales. En la balanza hay dos opciones: una, que todo siga igual con el riesgo de que China y países de su área de influencia pongan en marcha sus propios grandes bancos de desarrollo y entes paralelos. Otra, abrir el debate. En fin, una gran decisión en el tablero mundial que no podemos pedir que resuelvan los países que necesitan desesperadamente inversión y crecimiento.

Mientras, la Unión Europea promueve una política, Global Gateway, que aspira a crear alianzas con socios fiables para impulsar la transición ecológica, las energías renovables o modelos económicos y sociales sostenibles basado en el cumplimiento de la Agenda 2030 de la ONU o el Acuerdo de París para combatir el cambio climático.

Por su lado, América Latina no solo demanda inversiones en procesos extractivos de recursos naturales. Además de tecnología, precisa ayuda para identificar socios en el mercado europeo y atraer inversión que impulse el crecimiento. Y eso pasa por asumir que en Europa no solo se miden los resultados empresariales en términos económicos: también por creación de riqueza, por el compromiso con el medio ambiente o la calidad del empleo.

Si miramos el mapa del mundo, las dos regiones más afines y que más se necesitan mutuamente son Europa y Latinoamérica. Estrechar vínculos es el mejor camino para cumplir objetivos compartidos y particulares. Estamos hablando de una geoestrategia que vincule convergencia política, económica y social con inversiones que generen crecimiento. Ha llegado el momento de iniciar una nueva etapa entre ambas regiones que desencadene un aluvión de emprendimientos y negocios.

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