¿Qué tienen en común Bogotá, París y Chicago?

Descontaminar el río Bogotá no es tarea fácil, pero tampoco imposible; así lo demuestran ciudades con condiciones similares a las de Bogotá en los últimos 50 años. París, por ejemplo, inició la descontaminación del río Sena a través de plantas de tratamiento de aguas residuales -Ptar- en los 70 y en el año 2000 empezaron a reaparecer peces y aves acuáticas en su entorno.

O en la ciudad de mayor población del estado de Illinois, Estados Unidos, en donde la alta contaminación de su principal afluente, el río Chicago, afectaba las aguas del lago Michigan que históricamente ha abastecido a toda su población. A inicios del siglo XX se hizo la reversión de su flujo para que desembocara en la cuenca del gran río Misisipi y, en la década de los 70, inició su descontaminación mediante la construcción de diferentes Ptar logrando que, con la llegada del siglo XXI, también regresaran los peces que habían desaparecido décadas atrás.

Estos tres ríos, Sena, Chicago y Bogotá tienen varios aspectos en común: fueron fuente de abastecimiento de agua desde la conformación de sus asentamientos urbanos, paulatinamente se convirtieron en cloacas abiertas y, finalmente, las aguas residuales que afectaron sus características fueron recolectadas y sometidas a procesos físicos, químicos y microbiológicos, que permitieron avanzar en su recuperación.

París y Chicago nos llevan ventaja: ellos iniciaron el saneamiento de sus ríos hace 50 años y nosotros hace apenas 20, cuando volcamos nuestra mirada al río gracias a una acción popular interpuesta por ciudadanos preocupados por su deterioro ambiental, que derivó en un histórico fallo del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, declarando responsables por acción a los habitantes e industrias de su cuenca y, por omisión, a múltiples entidades públicas.

En la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá entendimos la gravedad de la situación y de inmediato nos propusimos trabajar por la descontaminación del río, independientemente de las trabas políticas, jurídicas y procesales que se interpusieron para materializar la orden judicial, ya que solo hasta 2014 salió el fallo de segunda instancia que exigió acciones urgentes para su saneamiento y recuperación.

Durante esos 10 años construimos infraestructuras en las entrañas de la ciudad para transportar el agua residual hasta los sistemas de tratamiento de aguas planificados por la empresa, con obras como los interceptores Salitre, Torca-Salitre y Engativá-Cortijo, puestos en funcionamiento entre 2007 y 2008; o los interceptores Fucha-Tunjuelo y Tunjuelo-Canoas (entre otros), que ya están listos y pondremos en funcionamiento una vez inauguremos la Estación Elevadora de Aguas Residuales -Eear- Canoas, una de las más grandes obras de infraestructura que la Eaab ha desarrollado y que, como su nombre lo indica, elevará las aguas servidas desde el subsuelo hasta la superficie para que sea tratada en la Ptar del mismo nombre.

También en esta década se estructuraron los diseños de la Eear y de la Ptar Canoas, los megaproyectos cruciales para la descontaminación del río Bogotá que permitirán descontaminar 70% de las aguas residuales de nuestra Capital (el otro 30% ya se trata en la Ptar Salitre), y 100% de las aguas generadas en el casco urbano de Soacha.

Estas obras, además de ser un paso gigante para el cumplimiento del objetivo de tener un río Bogotá limpio, contribuirán a mitigar los problemas de contaminación que hoy atraviesa el río Magdalena, donde desemboca el río Bogotá, cuyas aguas abastecen a más de 80 municipios a lo largo de su recorrido, incluyendo poblaciones tan importantes como Barranquilla o tan icónicas como Mompox.

Aún nos falta un largo trecho por recorrer para llegar al nivel de París o Chicago en donde, después de medio siglo, la vida se abre paso por sus ríos y sus habitantes ya pueden realizar actividades en ellos. Pero vamos por buen camino y avanzando en obras que, aunque no serán inauguradas por esta administración, serán vitales para mejorar la calidad de vida de millones de colombianos.