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En el corazón de la economía colombiana se está produciendo una transformación. Las mujeres están protagonizando una evolución del sector empresarial gracias a su determinación, creatividad y resiliencia. Sin embargo, su camino está marcado por retos que exigen una mayor atención.
La historia de las mujeres en la empresa colombiana es la de estrellas en ascenso. Desde las salas de juntas hasta las nuevas empresas, las mujeres están dejando su huella. Ocupan actualmente puestos influyentes en una gama amplia de sectores, liderando así innovaciones que están transformando las industrias. No obstante, el Índice Global sobre la Brecha de Género 2024, del Foro Económico Mundial, sitúa a Colombia en el puesto 45 de 146 países reflejando avances, como también acuciantes oportunidades de mejora.
Este auge del liderazgo femenino es socialmente significativo y económicamente transformador. Las empresas con equipos de liderazgo diversos superan a las de su competencia, con mayor rentabilidad, eficacia en las decisiones y mayor creatividad. Al acoger la diversidad de género, Colombia obtiene una ventaja competitiva.
A pesar de sus progresos notables, se siguen enfrentando a un cúmulo de retos; los prejuicios y estereotipos siguen proyectando largas disparidades en los procesos de contratación y promoción. Además, siguen estando infra-representadas en puestos directivos y ganan en promedio menos que sus colegas hombres. Esta brecha salarial es especialmente notoria en campos de la ciencia, tecnología, ingeniería, y matemática.
Por otra parte, las barreras financieras obstaculizan aún más el progreso. De acuerdo con el informe anual de inclusión financiera de la Superintendencia Financiera las mujeres tienen en comparación con los hombres un acceso 6,5% menor a depósitos, 3,7% menor a créditos, y una diferencia promedio en monto de aprobación de 21 millones en créditos hipotecarios.
El camino para superar estos desafíos reside en la adopción de políticas sólidas y específicas tanto en el sector público como en el privado. La aplicación y veeduría de la igualdad salarial, los permisos parentales completos que se adapten a su capacidad de maternar, y la apertura del espectro de contratación, son pasos cruciales. Establecer cuotas como un mecanismo transicional hacia la igualdad de género, también puede ser una herramienta efectiva. Asimismo, el apoyo al espíritu emprendedor de las mujeres mediante el acceso al capital, la formación profesional y la mentoría, reducirían las barreras a las que se enfrentan.
Crear un entorno propicio para ellas en el empresariado no es sólo un deber moral; es un motor de cambio económico. Investigaciones de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), revelan que cerrar la brecha de género en el mercado laboral podría impulsar significativamente (17%) el PIB de Colombia a futuro. La plena y justa integración de las mujeres en la economía desataría un caudal de talento e innovación, impulsando a la nación hacia un crecimiento sin precedentes, catapultado por el hecho que tienden a reinvertir más en sus familias y comunidades, mejorando la educación, la salud y el bienestar general. Esto crea un círculo virtuoso de prosperidad que eleva a la sociedad en su conjunto.