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Analistas 17/11/2022

El 2023 que se avecina

Mauricio Santa María
Presidente de Anif

La desaceleración del crecimiento de la economía colombiana ya es un hecho. El PIB creció 7.0% en el tercer trimestre del año, según los datos publicados por el Dane el martes pasado, siendo la cifra más baja desde que inició la fase de reactivación económica en el segundo trimestre de 2021. A esto se suma que la variación de septiembre de 4.2% ha sido la menor registrada en lo corrido del año.

Sin embargo, a pesar de que se pronostica una tendencia de crecimientos más moderados en lo que resta del 2022, tal como lo hemos previsto en Anif, esos números muestran que la economía colombiana sigue creciendo a buen ritmo. Esto es una buena noticia, pero lo importante ahora es enfocarse en lo que viene para 2023, y ahí el panorama se complica.

El escenario es bastante complejo, tanto a nivel local como internacional. En el ámbito local, hemos venido observando cómo el turismo y las actividades de entretenimiento y recreación siguen impulsando el crecimiento económico. Eso se ve reflejado en el fuerte comportamiento de la demanda de los hogares que no da tregua y crece por encima del promedio de la economía. En otras palabras, el consumo de los hogares sigue disparado y, ese exceso de demanda, se traduce inmediatamente en mayor inflación.

Como consecuencia, el Banco de la República debe hacer su tarea y seguramente seguirá subiendo las tasas de interés. Actualmente están en 11%, y en Anif prevemos que podrían subir entre 100 y 125 puntos básicos, es decir, podrían ubicarse hasta en 12.25%.

En un entorno de menor crecimiento doméstico, los nuevos ajustes de política monetaria, que si bien son absolutamente necesarios, podrían profundizar el ya difícil escenario que enfrentará la economía colombiana el próximo año. Debemos tener claro que buena parte del crecimiento está apalancado en el consumo de los hogares, por lo que mayores tasas de interés sin duda llevarán a una moderación de la demanda interna.

Todo lo anterior está enmarcado en un contexto global incierto. Las economías más grandes del mundo continúan sufriendo del alza generalizada en los precios, debido a la inyección de recursos que se dio durante la pandemia, a las consecuencias de las acciones bélicas rusas en Ucrania, y a los problemas logísticos que encarecieron los insumos a nivel mundial. Ante esto, los Bancos Centrales han respondido con alzas en sus tasas de interés, lo que, entre otros, nos resta competitividad internacional para recibir flujos de inversión extranjera.

En este escenario, en el que parecemos estar caminando sobre hielo delgado, hay que tomar decisiones inteligentes. El gobierno debe mandar mensajes de tranquilidad, dejando claro su compromiso con la estabilidad fiscal del país, con el buen manejo de las finanzas públicas y con la independencia del Banco de la República. Por ejemplo, debemos tener claro cómo se utilizarán los recursos adicionales que se van a recaudar por la reforma tributaria que ya aprobó el Congreso y cuál será el manejo que se le dará a la deuda externa.

Esas señales son más importantes que nunca, entre otras, para atraer flujos de capital extranjero, de los cuales dependemos para garantizar el funcionamiento del país. Durante años, Colombia se ha ganado la confianza internacional por su estabilidad macroeconómica y por su política fiscal responsable. Con lo que se avecina en 2023, no es momento de ponerla en riesgo.

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