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Analistas 19/05/2023

La guerra de los chips

Mauricio Olivera
Vicerrector Administrativo y Financiero UniAndes

Mientras en Colombia estamos enfrascados en la polarización y las reformas, en el mundo ocurre la guerra más importante de los últimos tiempos. No es la guerra de Ucrania y Rusia; es la guerra de los semiconductores o chips. Es la guerra comercial entre estados Unidos y China por tener el poder computacional en el mundo. Aunque poco pensamos en esta guerra, podemos hacerle seguimiento con nuestros celulares, que son construidos con chips.

Es la confrontación que se está dando alrededor de Taiwán, donde se encuentra la empresa que produce chips con mayor precisión en el mundo, y en gran cantidad. En 2021 los más avanzados chips para Apple pueden ser fabricados en una única fábrica en el mundo en Taiwán. Ese año la industria de chips produjo más transistores que la cantidad sumada de todos los bienes producidos por todas las demás compañías de todas las demás industrias en la historia moderna. Este análisis lo hace una muy interesante investigación que presenta Chris Miller en su libro Chip War.

La guerra se recrudeció a principios de este año cuando el gobierno del presidente Biden decidió controlar las exportaciones de chips a China. Es una guerra que pone en riesgo la globalización. De acuerdo con Miller, no hay otro sector de la economía en el mundo que esté en manos de tan pocas empresas. El 37% de los chips en el mundo se producen en Taiwán y 44% en dos empresas de Corea del sur. La guerra del petróleo, en la cual los 14 países de la Opep tienen- 43% de la producción y 81% de las reservas, es pequeña en comparación.

El descubrimiento y la producción de chips es reciente. Se inicia hace 60 años. Silicon Valley nació en 1970. Aunque cuando pensamos en esta zona de Estados Unidos pensamos en innovación y redes sociales, su nombre se refiere más al insumo con el que se producen los chips. Silicon Valley fue el epicentro de esta revolución gracias a una mezcla entre la ciencia, el conocimiento de los procesos de producción y los visionarios de negocios. El Estado también jugó un papel importante. En California vivían en ese momento ingenieros provenientes de las universidades del oeste que habían trabajado en las investigaciones del ministerio de defensa.

Aunque el diseño de chips permanece en Estados Unidos la producción se fue trasladando paulatinamente al Asia. Tal vez los dos ejemplos más importantes de una política de Estado para la producción de chips se dieron en Taiwán y Singapur. Gobiernos asiáticos que preferían la unión con Estados Unidos que con el gobierno de China los llevó a aceptar la llegada de la inversión extranjera a través de plantas de producción de chips. Al final de los 70 la industria de chips generó cientos de miles de empleos en Taiwán, Singapur y el sudeste asiático.

El libro de Miller deja tres lecciones importantes. En primer lugar, la alianza de largo aliento entre la academia, la industria y el Estado. En segundo lugar, la mezcla entre la academia y los expertos en producción mercadeo, y cadenas de suministro. En tercer lugar, las políticas de Estado para atraer inversión extranjera que permitieron en gran parte el surgimiento de los tigres asiáticos.

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