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Analistas 07/10/2022

La desigualdad y las políticas públicas

Mauricio Olivera
Vicerrector Administrativo y Financiero UniAndes
La República Más

América Latina es una de las regiones más desiguales del mundo. Ahora bien, de acuerdo con el economista, Thomas Piketty, la tendencia en los últimos tres siglos ha sido hacia la igualdad, lo que no quiere decir que aún queda camino por recorrer.

Las guerras y las crisis han generado grandes reformas, lo mismo que protestas y revoluciones. Por ejemplo, la revolución francesa en 1789, la eliminación del esclavismo en Estados Unidos en 1810 o la guerra de Corea en 1950. Sin embargo, mayor caída en la desigualdad se dio en la segunda mitad del siglo pasado, después de la segunda guerra mundial, a través de políticas públicas eficientes con crecimiento sostenido, llevando a un crecimiento de la clase media. En Colombia, más recientemente, las clases vulnerables (es decir, personas que salieron de la pobreza pero que tienen una alta probabilidad de caer nuevamente) y media habían crecido entre 2008 y 2017 de 32,7% a 36,2% y de 21,2% a 40,1% respectivamente, mientras que la clase pobre había caído de 44,3% a 19,5% en el mismo período. Sin embargo, la pandemia afectó a millones de personas en el mundo, dejando a muchas sin trabajo y sin ingreso. En América Latina la pobreza aumentó en 22 millones de personas en el 2020.

Una discusión relevante en el debate sobre la desigualdad es si es más importante la desigualdad de resultados, entre ellos el ingreso, o de oportunidades. La primera dimensión es importante en la medida en que todas las personas deben tener acceso a un ingreso básico que le permita subsistir dignamente. Discusiones muy interesantes han debatido sobre si lo que se debe redistribuir son los bienes (empresas, tierras, vivienda) o las ganancias que estos bienes generan con el crecimiento. Lo primero es una violación a los derechos de propiedad. Lo segundo puede hacerse a través de un Estado eficiente que recauda impuestos de ese crecimiento, y redistribuye a través de un gasto eficiente y focalizado. Otra discusión interesante se ha dado sobre el papel del Estado como regulador del mercado o como participante en el mercado.

La segunda dimensión, la desigualdad de oportunidades, es relevante si se piensa en el crecimiento y en el largo plazo. Acceso a una educación de calidad independientemente si el colegio es público o privado, acceso a buenos servicios de salud independientemente si se está en un régimen contributivo o subsidiado son ejemplos de igualdad de oportunidades. Un joven bien educado puede tener más oportunidades laborales o de emprendimiento, ser productivo, ayudar a la economía a crecer y tener más ingresos.

El debate sobre la desigualdad se está dando en gran parte de la región. La reciente votación chilena sobre la reforma constitucional indica que un cambio en los derechos de propiedad y con reglas que generen incertidumbre en la inversión y el crecimiento no es aceptado. En Colombia es importante tener en cuenta las capacidades del Estado como administrador y como regulador del mercado para tomar las decisiones más adecuadas sobre reformas que ayuden a la igualdad y el crecimiento. Reformas centradas en oportunidades de crecimiento y desarrollo de las personas y que permitan trazar un camino que supere la discusión entre mercado y Estado.

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