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Analistas 21/10/2023

La mujer del campo colombiano, reflejo de fuerza

MARIA PAULA CANO

En Colombia, 48,13% de las personas que trabajan en la ruralidad son mujeres, de acuerdo con información del Dane. Su labor es fundamental para el desarrollo social y económico de nuestro país, está enfocada en sembrar y cultivar los productos agrícolas que contribuyen a la seguridad alimentaria.

En definitiva, ellas son parte del motor y corazón del campo.

Entendiendo la relevancia de la mujer rural, estudios como el de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura -FAO- muestran que, si las mujeres tuvieran el mismo acceso a recursos productivos que los hombres, instrumentos para la formación y se estimulara su participación en la toma de decisiones, la producción agrícola de los países en desarrollo aumentaría de 2,5% a 4% y el número de personas con hambre disminuiría 12%.

Creo firmemente que, al proporcionarle educación, capacitación, acceso a recursos y apoyo financiero a las mujeres, no solo se mejora su calidad de vida y la de sus familias, sino que también se empoderan en desarrollar su autonomía como empresarias del campo, desmitificando creencias de roles de genero tradicionalmente arraigadas.

Lo anterior, no solo genera un impacto positivo a nivel individual, sino que también fortalece las bases de una sociedad más justa y próspera al fomentar la igualdad de género, la participación activa y el empoderamiento económico de las mujeres rurales, creando así un camino hacia un futuro más prometedor para ellas y sus comunidades. Por eso es necesario hacerle frente a esta situación, tanto desde el sector público como el privado.

Una de nuestras apuestas es Ella Alimenta al Mundo, una iniciativa en el departamento de Nariño, de la Fundación PepsiCo y la ONG Care, en colaboración con el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural en la que invertimos alrededor de $6.000 millones. El programa como objetivo mejorar la seguridad alimentaria y nutrición de los hogares rurales, con un fuerte énfasis en mujeres productoras a pequeña escala, abordando así la desigualdad de género y proporcionando recursos y capacitación para garantizar que más de 13.000 mujeres tengan acceso y control sobre sus recursos productivos, accedan a mercados inclusivos, aseguren su propia nutrición y la de sus comunidades, y fortalezcan las estructuras locales de producción y apoyo social.

A su vez, estamos trabajando en la creación de redes de apoyo entre mujeres agricultoras fomentando y fortaleciendo las asociaciones que permiten el intercambio de conocimientos, la colaboración en proyectos conjuntos y el respaldo emocional. Al unir fuerzas, las mujeres rurales están demostrando que son agentes de cambio y que su unión puede marcar la diferencia en sus comunidades y en todo el país.

Las organizaciones, especialmente quienes hacemos parte del sector agroindustrial, debemos asumir el compromiso de trabajar con nuestras comunidades y en específico con aquellas que tradicionalmente han tenido menores oportunidades debido a los roles de género.

Quiero finalizar resaltando que la fuerza de la mujer del campo colombiano se manifiesta en su capacidad para cuidar a su familia y proveer de alimentos a todo un país, su habilidad para equilibrar responsabilidades y persistir frente a la adversidad. En resumen, la mujer colombiana refleja fuerza porque encarna la esencia misma de la perseverancia y la determinación, y su contribución invaluable a la sociedad es un testimonio de su poder y valía.

Durante todo este mes, en el marco del Día de la Mujer Rural, quiero destacar que la agricultura es cultura, por ello invito a no ser solo espectadores, sino a ser protagonistas del cambio. Al reconocer y apoyar el papel vital de las mujeres agricultoras, estamos sembrando las semillas del progreso, la equidad y la sostenibilidad de Colombia.

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