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Analistas 30/03/2020

Para el día después

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

Simplemente el turismo se detuvo. Una industria mundial boyante, pujante, se detuvo y se lleva millones de empleos y billones de dólares. Los estragos dependerán del tiempo que demore la pandemia y su recuperación de los efectos en el poder adquisitivo de las personas y en lo golpeada que resulte la industria: aviones en tierra, hoteles vacíos y servicios parados.

En un negocio que depende del movimiento de las personas -ahora obligadas a un aislamiento preventivo o encierro voluntario-, existen acciones que podemos desarrollar de manera virtual y que le invito a leer en mis redes sociales. Nuestra obligación es hacer todo lo que esté a nuestro alcance para que cuando todo termine podamos revertir la situación en el más corto tiempo posible.

A las medidas de alivio anunciadas por el Gobierno deberán sumarse otras nuevas, también subvenciones, más créditos blandos, incentivos para adecuación de los negocios, porque no hay duda de que el turismo seguirá siendo determinante para el desarrollo del país. Y todos, desde ya, debemos promover el turismo doméstico, el consumo interno, ser creativos y solidarios, intensificar la actividad cultural, la gastronomía y la utilización óptima de los espacios públicos.

Debemos replantear los modelos tradicionales, valorar la calidad antes de la cantidad y la sostenibilidad antes del consumo desbordante. Que el poderoso virus haya logrado propagarse por aire, mar y tierra, sin barreras geográficas, se debe en parte a la facilidad de viajar, con mayores posibilidades a menores precios, en un mundo interconectado y descontrolado que debe organizarse de otra manera, cuidando los recursos naturales, priorizando la salud y el bienestar.

Igual de importante es reducir al máximo las emisiones de carbono, el uso adecuado de la energía, el aprovechamiento sin desperdicio del agua, la sustitución de los plásticos, la eliminación de elementos tóxicos, el desarrollo de infraestructura verde, de tecnologías inteligentes, así como una gestión apropiada del patrimonio, la promoción de la integridad cultural y de los valores.

El clamor del cambio se sentía antes de que el Covid-19 comenzara su travesía. Las nuevas generaciones vienen pidiendo más transparencia, menos contaminación, acceso digital, mejores hábitos alimenticios, bienestar físico y espiritual, menos aglomeraciones, más opciones naturales y más equidad con justicia social.

Tengo la percepción de que esos jóvenes que hoy llamamos millennials y centennials serán turistas diferentes y que esta experiencia de aislamiento social los hará más conscientes en la defensa del planeta, más consecuentes con el desarrollo sostenible, con el cuidado ecológico y el equilibrio social.

También serán más conservadores en sus desplazamientos, por lo que tendremos que prepararlos para que valoren su territorio y para que sean buenos turistas nacionales antes de lanzarse a destinos distantes. Un viaje internacional produce muchas veces más emisiones de dióxido de carbono que un recorrido por nuestra espléndida geografía. Y las nuevas generaciones serán muy consecuentes con ello.

Es oportuno replantearnos un turismo para la sociedad que surgirá de la crisis, proveer al país de instrumentos económicos adecuados, políticas acordes con esta nueva coyuntura, con la participación de toda la industria, en todos los niveles. Mientras estamos aislados, reflexionemos y preparémonos para construir el turismo que queremos y necesitamos.

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