MI SELECCIÓN DE NOTICIAS
Noticias personalizadas, de acuerdo a sus temas de interés
Las recientes tensiones entre Colombia y Estados Unidos han puesto a prueba la relación bilateral como pocas veces en las últimas décadas. Si bien la crisis parece estar superada, temporalmente, su impacto nos deja varias lecciones que debemos aprender y aplicar con urgencia para bajar el impacto en las siguientes situaciones que se presentarán.
La diplomacia debe prevalecer: La más importante lección es que la diplomacia es el único camino para mantener una relación sólida entre ambos países. Pueden existir acuerdos, coincidencias y diferencias, pero lo fundamental es que se gestionen a través de los conductos regulares. Las tensiones continuarán y el riesgo de una crisis mayor sigue latente. Hay muchos asuntos pendientes en la relación bilateral, por lo que es clave manejar la política exterior con sensatez, prudencia y pragmatismo.
Impacto de las decisiones en sectores claves: Otro gran aprendizaje es que, si bien la política exterior es una facultad del Gobierno, la relevancia de la relación con nuestro principal socio comercial exige considerar el impacto de las decisiones en ámbitos clave como el comercio, la inversión, el empleo, la educación, el turismo y en la regularización de los colombianos que residen en Estados Unidos. En este contexto, es indispensable evaluar con seriedad las implicaciones de las nuevas políticas estadounidenses en áreas como la cooperación antidrogas y la posible revisión del TLC, asuntos de enorme trascendencia que están sobre la mesa.
No podemos improvisar: Desde la Cámara Colombo Americana - AmCham Colombia hemos advertido en que la relación con Estados Unidos necesita una hoja de ruta clara, con una visión de largo plazo y una estrategia definida. Es imperativo que el sector privado participe activamente en la defensa de los intereses nacionales con acciones concretas en Washington y otras instancias de decisión en EE.UU. No hay espacio para divisiones ni para el uso de esta coyuntura con oportunismo político, necesitamos un Gobierno fuerte con objetivos constructivos y evitar una retórica de ruptura.
Ser proactivos, no reactivos: Debemos trabajar en unidad -Gobierno, Congreso y empresarios- para defender los beneficios y resultados del TLC. Colombia no es una amenaza comercial para las empresas estadounidenses y jamás ha recurrido a mecanismos artificiales que distorsionen las reglas del libre comercio. Lejos de ser un riesgo, Colombia representa una oportunidad. Por ello, es urgente estructurar una estrategia diplomática integral, con empresarios activando canales con el sector privado estadounidense.
En este sentido, junto con el presidente del Congreso, hemos coincidido en la importancia de reactivar las comisiones de amistad Colombia-EE.UU. y aprovechar la llegada de dos colombianos al Congreso estadounidense para impulsar la creación de estructuras similares en Washington.
Pensar en grande, pensar en Colombia: El momento exige una visión de país que trascienda los gobiernos de turno, consolidar una red de influencia en todos los niveles para afrontar desafíos actuales y futuros, fortalecer el diálogo binacional para que no dependa de coyunturas y asegurar que Colombia mantenga un espacio relevante en la agenda internacional.
La invitación es clara: unirnos, prepararnos y actuar con visión estratégica, privilegiando el diálogo, la sensatez y la diplomacia.