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Aunque la inflación en Estados Unidos se ha mantenido contenida en los últimos meses, los precios de varios bienes importados comienzan a subir de forma sostenida por el impacto de los aranceles, con efecto progresivo sobre los consumidores estadounidenses, no obstante, el impacto real sobre la economía debe observarse desde distintos parámetros dado que la imposición generalizada está matizada por las exenciones, los acuerdos comerciales vigentes y negociaciones activas.
Los aranceles se aplicaron de forma escalonada entre febrero y abril, lo que ha diluido su efecto en los indicadores agregados y los frecuentes ajustes en la política comercial han creado incertidumbre, retrasando decisiones de precios, así como las demoras logísticas del comercio internacional.
Muchos de los bienes afectados son partes o insumos que requieren manufactura local, lo que añade complejidad al proceso. Varias empresas se anticiparon y reforzaron inventarios a fines de 2024 y aunque algunos exportadores han absorbido parte del sobrecosto (un 20%), el resto se está trasladando gradualmente a los consumidores.
Varias compañías han tratado de contener los precios por la sensibilidad del mercado, pero el aumento sostenido en los costos empieza a forzar ajustes. La estacionalidad también juega un rol: en verano, el gasto se concentra más en servicios, mientras que el consumo de bienes repunta en otoño e invierno.
A esto se suma que algunas compañías adoptan estrategias como la shrinkflation (reducir el tamaño de los productos sin modificar el precio) o el impulso de marcas propias como mecanismos para manejar costos sin afectar la demanda.
Algunos países mantienen amplias exenciones, por ejemplo, México y Canadá, donde entre 38% y 55% de las exportaciones están exentas gracias al T-MEC, especialmente en productos sensibles para el consumidor estadounidense como alimentos, energía, autopartes y productos agrícolas básicos.
También hay exenciones temporales totales para Japón, Corea del Sur e India, lo que reduce significativamente el universo de productos realmente gravados en volumen. En el caso de Colombia, un 51% de sus exportaciones está actualmente exento, incluyendo petróleo y oro.
En cualquier caso, en 2025, los aranceles en Estados Unidos han dejado de ser exclusivamente una herramienta comercial o de presión diplomática, su uso intensivo por parte de la administración Trump los ha convertido en un instrumento central de política fiscal y en una fuente creciente de ingresos públicos.
Para Colombia, estas medidas suponen un doble desafío. Por un lado, podrían abrirse oportunidades para ciertos productos nacionales que compiten por precio con bienes ahora encarecidos por los aranceles. Pero, por otro, el aumento en los costos de insumos importados desde Estados Unidos y la posible ralentización del consumo en ese país pueden afectar negativamente las exportaciones colombianas, especialmente en sectores como confecciones, manufacturas ligeras y agroindustria.
El comportamiento actual de precios no responde únicamente a factores internos, sino también a decisiones comerciales que se despliegan con efectos diferidos. Comprender esta dinámica es clave para anticipar escenarios, tomar decisiones informadas y preparar a los distintos actores económicos ante los ajustes que vienen.
Se requiere una discusión seria que sitúe los riesgos en el centro del debate, los evalúe con evidencia científica y los pondere frente a los beneficios, priorizando la sostenibilidad, la seguridad y el bienestar de las comunidades
Estamos confiados y distraídos mirando un bello atardecer, mientras los atracadores nos distraen y se llevan de calle la democracia y el botín de la hacienda pública