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Analistas 08/11/2022

Juegos peligrosos

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

Colombia entró a un juego peligroso con una reforma tributaria recesiva en medio del peor escenario mundial de la historia reciente. Esperamos le toque buena fortuna o que al menos alcance lo que pretende como mayor objetivo, que es recaudar recursos para el gasto social, que sea eficiente y cumpla la regla fiscal.

¿Había necesidad de propiciar el detrimento económico de los generadores de empleo del país para entrar en este juego? ¿Es que no tenemos otras maneras de obtener recursos sino arrancándolos de la competitividad al sector productivo, debilitando el tejido empresarial?

La verdadera fuente de los recursos está en el control de la evasión, la elusión, la corrupción, la informalidad, la ilegalidad y el gasto eficiente de los recursos. Y así lo admite la economista Mariana Mazzucato, la gurú del nuevo Gobierno, quien además insiste y repite que la riqueza hay que crearla para distribuirla, si no, no hay qué distribuir. A este paso se cumplirán fácilmente los pronósticos de la Ministra de Minas y Energía cuando auguró una Colombia en decrecimiento.

Las posibilidades que tenemos de ganar este juego van en picada: inflación alta, reducción del poder adquisitivo en 25%, decretos proteccionistas que aumentan aún más los costos de productos necesarios, cambios en las reglas del juego quitando derechos adquiridos a las inversiones de las zonas francas y con una reforma laboral en ciernes. Es un juego disparejo, los colombianos llevarán las de perder y es posible que ni la casa gane. Podría terminar con un “todos pierden” de perinola.

El juego tiene su complemento en el escenario internacional. Sin excepción, los organismos financieros afirman que se avecinan más dificultades. The Economist, acaba de publicar seis tendencias de la economía global, comenzando por el bajo crecimiento en la Unión Europea y Estados Unidos (y más moderado en China), lo que beneficia a los exportadores de materias primas.

Las tasas de interés subirán en muchos países, el capital será más costoso, las cadenas de suministros se relajan por el impacto del cero-covid y las sanciones, lo cual estabiliza los costos y la logística que estuvieron descontrolados después de la pandemia.

Se mantiene la tendencia de la transición energética, los estímulos al desarrollo de energías renovables; como consecuencia de las recomposiciones geopolíticas se espera que el Internet y la tecnología se regionalicen (Rusia y China buscan alternativas en los sistemas de pago), lo cual podrá derivar también en un fintech transfronterizo. (aplicaciones como Nequi, pero entre países).

Por último, la publicación se refiere al aumento de la inseguridad alimenticia y se pregunta acerca de los límites de la competitividad. En ese sentido Colombia tiene la posibilidad de invertir más en energía y agrotecnología.

No obstante, llegaron tiempos de ajustarse de nuevo los pantalones porque para 2023 se vienen más impuestos y al parecer -y, por ende- más carestía, inflación y desempleo. No hubo manera de moderar esa reforma que se nos vino, entonces ya nos toca a lo hecho pecho, evitar que se forme la tormenta perfecta y conseguir que se abra un diálogo franco y abierto entre el sector público y el privado para buscar caminos menos traumáticos para la economía. En el juego estamos todos, el propósito que nos une es Colombia, el juego es un riesgo y la única manera de ganar y que los colombianos progresen es que juguemos juntos, con reglas claras.

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