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Analistas 03/12/2018

Fontur 2.0

María Claudia Lacouture
Presidenta de AmCham Colombia y Aliadas

Fontur, el Fondo Nacional de Turismo, ha cumplido una extraordinaria labor en el desarrollo del turismo nacional. Se creó inicialmente para recaudar y administrar la contribución parafiscal de este segmento de la economía y reinvertir en competitividad turística y promoción. En sus 22 años de operación su misión se ha enmarcado en un modelo reactivo y conservador, con miles de pequeñas acciones dispersas, acordes con unas políticas de Gobierno de coyuntura y unos presupuestos limitados.

Por su dinamismo y composición, Fontur ha estado al margen de la política, aunque no libre de presiones coyunturales, comprensibles por la inmensidad de las carencias y la cantidad de actores facultados para solicitar recursos, incluyendo a los entes territoriales (solo los alcaldes son 1.100), aunque obviamente hay unos filtros mínimos y un sentido común en las inversiones. Al ser tan reciente el desarrollo turístico del país -y después de 50 años de conflictos armados-, la institucionalidad del sector busca ponerse al día rápidamente.

En el primer semestre de este año Fontur gestionó $72.601 millones en 82 proyectos en los que hay de todo: ferias, misiones, capacitación; desde un plan estratégico de innovación y desarrollo tecnológico para el impulso de la competitividad y productividad del sector hotelero hasta un faro sobre el río Magdalena en Puerto Triunfo; desde el congreso nacional de agencias de viajes a un muelle en Turbo. La mayor parte de los recursos van para programas que lidera el propio Ministerio de Comercio, Industria y Turismo. Actualmente Fontur es un espejo del Viceministerio y su función administrativa agrega poco valor estratégico.

En general son proyectos de corto alcance e impacto limitado (aunque necesarios), por lo que el anuncio del ministro Restrepo de rediseñar el Fondo Nacional de Turismo y aumentar los presupuestos de la promoción constituyen una excelente y oportuna noticia. La llegada de Zully Salazar es garantía de que esos cambios se produzcan con diligencia y transparencia.

Y además de un rediseño, habría que ampliar su espectro de acción, su papel en la administración de territorios con vocación turística, en el desarrollo de la estrategia de inversión, en la facilitación de los negocios. Que Fontur sea una especie de ANI, especializado en la estructuración de proyectos de gran envergadura e infraestructura turística de alto nivel. Como parte del financiamiento del fondo se deben sumar recursos del Gobierno, de las regiones e inversionistas privados.

Es importante que Fontur sea ese fondo que acompañe a los inversionistas nacionales e internacionales, que trabaje en consolidar la oferta, que logre gestionar las áreas donde se puede hacer turismo a través de un consenso con las comunidades en cada región, que logre un gran acuerdo para tener los permisos antes de que lleguen los proyectos.

Que canalice esa inversión, que coordine con las gobernaciones, que fortalezca los corredores turísticos, que se convierta en ese gran motor que identifique, estructure, acompañe y ejecute proyectos de desarrollo sostenible de gran envergadura y minimice el efecto regadera en la entrega de recursos, que gestione eficazmente los recursos, que potencialice las oportunidades del país, en especial en las áreas del turismo de naturaleza.

La voluntad política, la participación ciudadana y el compromiso empresarial serán factor fundamental para lograr el nuevo Fontur que necesita la Colombia de hoy.

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