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Analistas 20/11/2018

El lío de las marchas

Marc Eichmann
Profesor MBA Universidad de los Andes
Analista LR
La República Más

Mercedes Sosa, en su canción “Me gustan los estudiantes”, lanzada en 1971, hace una alegoría a los estudiantes que defienden los intereses de los pobres en contra del régimen. Eran épocas donde el movimiento estudiantil de mayo 68 en París y las protestas contra la guerra de Vietnam revolucionaban al mundo. Hoy, las protestas estudiantiles se repiten en Colombia, más a raíz del rechazo a las instituciones que el estudiantado, a mi entender equivocadamente, identifica con el Gobierno actual que por la infiltración de líderes políticos en las marchas.

Oficialmente, los manifestantes reclaman del Gobierno una educación más incluyente desde la Universidad Pública, de mejor calidad y mejor fondeada. Menester es, de aquellos que son los privilegiados por tener acceso a la educación superior, aplicar el rigor necesario al analizar sus demandas.

Veamos entonces qué tan bien fondea Colombia su educación pública cuando es comparado con sus pares. Entre los 23 países analizados por la Ocde en 2016, Colombia es el segundo país que dedica mayor porcentaje de su producto interno bruto a la educación pública. Si bien eso no implica que se invierten más fondos por estudiante en Colombia que en los países analizados, el problema termina siendo que no se recaudan suficientes impuestos, en gran parte porque el país no produce suficiente riqueza.

Paradójicamente, por incrementar el presupuesto nacional es que el Gobierno está recibiendo gran oposición de los sectores de izquierda cercanos a las marchas. La ley de financiamiento, que busca aumentar los recursos públicos, es criticada por los mismos que buscan más dinero para la educación pública. A su vez, los estudiantes, que poco aportan en el crecimiento del Producto Interno Bruto del país, sabotean la actividad económica de quienes en vez de protestar insisten en trabajar y generar bienestar y dinero para la educación de los colombianos: ¡que contradicción tan brava!

Sin embargo, el problema más grave es que a pesar de que se dedica un buen porcentaje de su Producto Interno Bruto a la educación pública, y que, además, el gobierno del presidente Duque ha incrementado sus aportes significativamente con respecto a la administración anterior, estos fondos no se reflejan en mejor calidad. El bajo nivel del educador promedio colombiano, que parece tener más condiciones para negociar sus condiciones y participar en política, tiene como consecuencia unos resultados insatisfactorios en las pruebas Pisa, donde Colombia está clasificada en el cuartil más bajo entre 70 países. En los rankings, la Universidad Nacional es la universidad colombiana mejor clasificada, apenas en el puesto 523 a nivel mundial.

Como docente universitario entiendo la importancia de tener buenos maestros para generar valor a la sociedad y creo que, hoy en día, en Colombia hay una cuenta por pagar muy alta en esa materia. Pero los estudiantes, antes de exigir al Gobierno más fondos, deberían exigir a sus maestros, representados por Fecode, mayor calidad de educación que arranca porque a los profesores se les pueda medir, exigir y reemplazar si no dan la talla. Como en un ambiente empresarial, la Nación debería invertir más dinero en una iniciativa solo cuando sus resultados son satisfactorios.

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