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Analistas 16/07/2019

Borrar y reformar

Marc Eichmann
Profesor MBA Universidad de los Andes
Analista LR

Algo hay que hacer en Colombia para que reorientarnos en la senda del crecimiento y de la creación de oportunidades para la clase media que surgió a raíz de la bonanza que tuvo el país hasta un año antes de la firma del proceso de paz. Esto no es un manifiesto político, es sencillamente una declaración de lo urgente que es devolvernos a un modelo de país donde estemos estructurados y organizados para poder crear y atraer riqueza. También es una súplica para que logremos darle a los menos beneficiados oportunidades de vivir en vez de sobrevivir.

Lejos de la postura política de aquellos que se esconden detrás de la necesidad de respetar grandes principios fundamentales, es necesario que bajemos el discurso dos pisos más abajo y hagamos lo que en muchas empresas no hacen los ejecutivos: entender el porqué de nuestro desempeño como equipo e identificar en hechos tangibles cuales son las acciones que debemos emprender para hacernos mejores.
En la base de las acciones a tomar está la necesidad de que el empresariado se ponga de acuerdo sobre que necesita para ser competitivo a nivel internacional. No se trata exclusivamente del empresariado nacional, para bien de los colombianos el empresariado foráneo es bienvenido, y más si trae inversión extranjera al país. Aquí se trata de que quien compite a nivel internacional desde el país defina qué se necesita para ser exitoso.

Supongamos por un momento que la definición de los factores competitivos nos lleve al extremo de eliminar el salario mínimo. Eventualmente, la rebaja en el costo laboral para las empresas hará que las empresas tengan más ganancias y que, por lo tanto, más de ellas se creen o se instalen en nuestro país, generando más demanda por mano de obra que terminará mejorando sus condiciones. En otras palabras, se requiere de un acto de fe, de confiar en el capitalismo para poder competir. Con esta apuesta decidida, con el apoyo estatal, surgieron las economías de los tigres del sudeste asiático.
Darle al empresariado la posibilidad de participar en la definición de que necesita el país para generar riqueza es una atribución en la que la responsabilidad recae en el empresariado mismo. Nadie en la sociedad va a ceder esa atribución a costa del poder que detenta y los empresarios deben pelear porque se les escuche. No es una opción, es una responsabilidad.

Entre los factores a abordar para lograr la competitividad, hay que desmontar el absurdo de la regulación y la orientación de la educación, en muchos casos desalineada con las necesidades de lo que requieren los empresarios en el mundo de hoy. Tener en nuestra mano de obra un factor competitivo requiere además poderle exigir a los maestros calidad en la educación, tema que hoy está prácticamente vetado por organizaciones como Fecode. Mientras desde el país político no afrontemos paradigmas como éste, no seremos competitivos.

Así mismo, Colombia no puede seguir dejando en manos del país político el desarrollo de la infraestructura que tanto nos hace falta y que hoy nos saca, no al, sino del mercado internacional. Más de 50 años de fracasos en la construcción del túnel de la línea, de la Vía al llano, del metro de Bogotá y muchas más obras de infraestructura necesarias nos dejan claro que el modelo actual no sirve. Modelos como el de Ecuador nos demuestran que es posible, pero no como se hace en Colombia.

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