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Analistas 14/08/2024

Libertad y Orden

Como una licuadora sin tapa con el botón a toda velocidad, Petro suelta todos los días ideas que embadurnan el ambiente político. Ahora le ha dado por proponer un cambio al escudo nacional.

Hace algunos años, Hugo Chávez propuso algo similar. Explicando que lo suyo era una revolución socialista decidió al mejor estilo de las repúblicas bananeras que el caballo blanco del escudo nacional debía cambiar de dirección. Ya no debía mirar a la derecha sino a la izquierda.

Algunos dirán que son nimiedades. Que es mejor darle gusto a nuestro aprendiz de caudillo acomodando sus caprichos inertes a congraciarse aceptando, por ejemplo, expropiaciones por la puerta de atrás vía inversiones forzosas de los bancos.

Sin embargo, los símbolos importan. Y los símbolos patrios importan aún más. Por eso, precisamente, es que los quieren cambiar.

El escudo de la república de Colombia y su lema “Libertad y Orden” es el más antiguo de estos. Nuestra bandera es de 1861 (aunque sus colores sean anteriores) y el himno nacional fue adoptado durante la Regeneración. El escudo fue creado por Santander y la frase “Libertad y Orden” que se escribió en el listón es la síntesis del pensamiento de los fundadores de la nueva república. Por un lado, la libertad por la cual lucharon para sacudirse de una monarquía absoluta y, por el otro, el orden, que es un concepto que aprendieron a valorar, tanto Bolívar como Santander, después de dos décadas de sangrienta revolución.

Libertad sin orden no es libertad. Es caos y anarquía. Y el orden, para que equilibre a la libertad, no puede tener adjetivos. Es orden y punto. La razón es simple: el adjetivo califica al sustantivo, como aprendimos en la gramática de primaria. Si se relativiza el concepto del orden, que es la consecuencia de la adjetivación, este se vuelve arbitrario.

El “orden justo”, que propone Petro no es neutral. Tiene un contenido político que lo va llenando quien lo invoca. O sea, usualmente, el que detenta el poder. Uno sospecha que para este gobierno el orden será “justo” solo si se acomoda a su particular cosmovisión estatista.

Así, por ejemplo, alguien argumentará que el orden es “justo” solo si se elimina la propiedad privada en el campo o se estatiza la banca. Mientras que otros, al otro lado del espectro político, dirán que es “justo” solo aquel orden que garantice la seguridad, inclusive por encima de las libertades individuales.

Hace unos años un desocupado demandó la constitucionalidad del himno nacional porque consideraba que promovía “la violencia y el sadomasoquismo”. La corte lo mandó al carajo. Los símbolos patrios, dijo, son patrimonio cultural de la Nación. No tienen fuerza vinculante, a nadie obligan. Pretender lo contrario es “caer en el absurdo”.

El gobierno tiene demasiados problemas como para gastarle energía al manoseo del escudo nacional. Hace 190 años los fundadores de la república propusieron fundamentarla en dos conceptos simbióticos: la libertad y el orden. Ambos sin adjetivos. Hoy en día no hay ninguna razón para concluir que estaban equivocados.

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