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Analistas 11/04/2023

Pobreza interminable

Luis Fernando Vargas-Alzate
Profesor titular de la Universidad Eafit
LUIS-FERNANDO-VARGAS

El planeta sigue sumido en múltiples dificultades. A los efectos críticos derivados del cambio climático, se le suma una lista de problemáticas estructurales que por más esfuerzos que se adelanten por parte de gobiernos y organizaciones internacionales, aparecen interminables con el paso de las generaciones. Uno de los temas más críticos, al que por obvias razones se asocian otros asuntos como el hambre y las carencias frente a la satisfacción de necesidades básicas, es la pobreza, tanto extrema como relativa, o bien del tipo estructural, coyuntural, material o monetaria.

Como quedó planteado en el primero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Agenda 2030, uno de los 17 retos que el mundo enfrenta se relaciona con la posibilidad de “poner fin a la pobreza en todas sus formas y en todas partes del mundo”. No obstante, la realidad es que con la pandemia dicho compromiso y todo lo que de él se deriva luce imposible de alcanzarse. Las cifras de pobreza global en lugar de ceder se agudizan. Esto sucede, en gran medida, como consecuencia de la citada pandemia, pero también como resultado de la crisis que estalló en 2008 y de la cual el mundo nunca pudo alcanzar una plena recuperación.

Así, el panorama frente a la pobreza en las diversas regiones del mundo continúa generando profundas preocupaciones, pero, sobre todo, allanando el terreno para que reacciones de carácter socioeconómico desemboquen en movimientos poblacionales incontrolables. De acuerdo con el más reciente de los informes que ofrece la Cepal, basado en estadísticas de los gobiernos, se tiene que para esta parte del mundo se contabilizan alrededor de 280 millones de personas en situación de pobreza y unas 90 millones en pobreza extrema. Lo que más preocupa es que en las cifras oficiales normalmente hay subregistros. De tal manera que las cuentas podrían estar por encima de los 100 millones de habitantes abstraídos por el hambre y todo tipo de dificultades.

A nivel mundial, y claramente como consecuencia de la Covid-19 y sus lamentables efectos, el mundo experimentó un ascenso dramático en las cifras de la pobreza global sin precedentes desde la finalización de la Guerra Fría, momento en el que la aplicación del concepto de la seguridad humana favoreció el descenso de ese tipo de indicadores. Si bien entre los años 2000 y 2019 parecía poderse alcanzar el objetivo de eliminar la pobreza en todas sus formas, hoy resulta ser un anhelo inalcanzable, de acuerdo con los tiempos acordados en la Agenda 2030.

Y ello se complejiza mucho más cuando se cruzan esas consecuencias de la pandemia, con lo que ha venido generando la guerra en Ucrania y la generalizada inflación global. Por ejemplo, de acuerdo con la ONU, las cifras relativas al hambre en el mundo se incrementaron hasta situarse en 828 millones de personas. Esto también conserva subregistros que podrían plantear una cifra superior a los 900 millones de personas hambrientas.

Con este panorama, y con unas problemáticas que no ceden ni siquiera en las naciones más desarrolladas, el panorama global frente a la pobreza luce sombrío y plantea la necesidad de empezar a pensar de manera diferente frente al año 2030. Es crítico y doloroso, pero no se va a lograr la meta y, al parecer, contrario a ello, el mundo entrará en un episodio de mayores dificultades.

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