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Analistas 31/07/2018

Todos pagamos

Luis Felipe Gómez Restrepo
Profesor Universidad Javeriana Cali

Mañana, primero de agosto, “celebramos” el día que podríamos llamar la jornada del exceso: Earth Overshoot Day, el día de la deuda ecológica. Y es una conmemoración lamentable y angustiante, pues es el día del año en el cual los recursos que se hemos consumido en el globo terrestre son mayores que la capacidad de regeneración de la misma tierra. Es decir, el día que comienza el sobregiro en materia de recursos naturales. Y este sobregiro lo paga toda la humanidad, por cuenta de los excesos de consumo y de la irresponsabilidad en la generación de residuos.

Este día debería celebrarse parando los consumos, para mostrar simbólicamente que sí es posible vivir de otra manera. Igualmente debería ser el día para compartir y promocionar las nuevas tecnologías limpias.

El despertador nos suena cada vez más temprano. Con el paso de los años, es cada vez más prematuro este día de la deuda ecológica, lo que significa que cada día hacemos mucho más daño. En 1987 fue el 19 de diciembre, en el 2000 fue el 1 de noviembre, en el 2010, el 21 de agosto. Y ahora está al comienzo de agosto. El día después del cual se consume más de lo que el ecosistema puede regenerar, pone de presente que estamos sencillamente dejando un globo terrestre menos sostenible para las nuevas generaciones. No se regeneran los recursos, ni se absorben los residuos generados. Esto quiere decir, que, no obstante, todas las medidas que se han tomado para proteger el medio ambiente en los últimos años, los humanos seguimos desaforados, ¡y lo triste es que todavía hay muchos que siguen en la pobreza absoluta, no consumen nada!

Como se trata de cambiar hábitos, invito a que todos hagamos mañana el test para determinar la huella que estamos dejando en el planeta. La red de huella mundial tiene un sencillo test muy interesante que arroja, luego de responderlo, el día de la deuda ecológica de la persona que lo realiza, suponiendo que en el mundo todos consumieran como lo hace el encuestado. Invito a los lectores a someterse a este test, en la dirección electrónica : http://www.footprintcalculator.org/ . El problema es de todos y la toma de consciencia debe ser colectiva y personal.

Estos ejercicios permiten que realicemos un examen de nuestros hábitos, para que busquemos genuinamente reducir nuestro consumo y la generación de residuos. El Papa Francisco en su encíclica Laudato Si, el cuidado de la casa común, pone el dedo en la llaga: el consumo actual es insostenible y la cultura del descarte nos tiene ahogados. Dice el Papa: “Todavía no se ha logrado adoptar un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y para las generaciones futuras, y que supone limitar al máximo el uso de los recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar. Abordar esta cuestión sería un modo de contrarrestar la cultura del descarte, que termina afectando al planeta entero, pero observamos que los avances en este sentido son todavía muy escasos”.

Éticamente, esa cultura del descarte debemos descartarla. Y esto se hace únicamente haciendo mutación de los hábitos de vida que tenemos. Es posible, y hay que buscar impactar la cotidianidad de todos para que volvamos a darle al mundo su sostenibilidad perdida. No se trata, como muchos han comprendido de manera errónea, de asumir ciertas conductas para resarcir el daño. No, se trata de no hacer el daño. Y por ello es muy peligrosa la vía de las “compensaciones” o de los pagos por daños realizados. Si somos responsables con las nuevas generaciones, la vía de la transacción y de los abonos en dinero nos llevan al mismo precipicio señalado por el Papa.

Tenemos que garantizarles a las nuevas generaciones, la posibilidad de tener las mismas condiciones que nosotros recibimos para asegurar la vida. Y para ello, no hay otra solución que modificar radicalmente nuestros hábitos y optar por las formas limpias de producción.

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