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Analistas 16/07/2019

Desperdicio de sillas universitarias

Luis Felipe Gómez Restrepo
Profesor Universidad Javeriana Cali

Las sillas vacías en las universidades privadas son una tragedia social. Es inaudito tener capacidad instalada ociosa de la educación superior en un país que necesita talento bien formado. Y esto es posible evitarlo y aprovecharlo para el bien del país.

El viceministro de Hacienda, Luis Alberto Rodríguez, en una excelente presentación en reciente foro de Anif, mostró la gran apuesta del Gobierno en materia económica: el crecimiento. Allí, en una rápida exposición nos recordaba que el modelo de Solow de crecimiento tiene como variables claves explicativas el capital fijo, la tecnología y la mano de obra empleada. Y explicó por qué el Gobierno se había jugado por la reducción de los impuestos para que las empresas pudieran tener mayor capital y, en particular, las deducciones del IVA para bienes de capital. ¡Pero no todo son las máquinas! La mano de obra es fundamental, como lo muestra el modelo de Solow. Y es allí donde nos quedamos cortos.

Se dirá que la excelente tarea que ha venido cumpliendo el Viceministro de Educación Superior, Luis Fernando Pérez, en materia de fortalecimiento de la universidad pública, con recursos y con estrategia, complementa la apuesta por el crecimiento. Esto sería verdadero en un esquema como el europeo, pero en Colombia donde la Constitución Política consagra que la educación es un servicio público que es prestado por el Estado y por los particulares, ver solo las universidades estatales es quedarse con la mitad de la cuestión. Profundos valores y apuestas democráticas están detrás de la concepción de nuestra Constitución, como la libertad, la diversidad y la fecundidad.

Por ello, es que en Colombia la mitad de los estudiantes están en instituciones privadas. Así, constituyen una tragedia las sillas vacías en las universidades privadas para un país en donde la tasa de ingreso a la educación superior está muy lejana al promedio de los países de la Ocde.
¿Qué hacer? Primero, cumplirle a la universidad estatal con los recursos prometidos. Pero también es necesario el apoyo a la demanda para acceder a la universidad privada. Así, como a las empresas que invierten en capital les perdonan el IVA y les bajaron los impuestos, a las universidades privadas les deben dar un beneficio similar, pues, aunque son instituciones sin ánimo de lucro, terminan pagando el IVA que no pueden descontar, cancelan los impuestos de ICA y predial a nivel territorial y, evidentemente, no se salvan del cuatro por mil a transacciones financieras. Brindar este beneficio es lo más equitativo socialmente, es lo más coherente con la apuesta por el crecimiento del Presidente Duque, es lo más responsable con las generaciones que se quedan por fuera de la educación superior, y es honrar plenamente el principio constitucional del servicio público.

Varias universidades han contemplado que lo pagado por impuesto al valor agregado sea retornado para becas. En el caso de la universidad que presido, la Javeriana de Cali, el año pasado pagamos por IVA más de $4.150 millones. Y por cuatro por mil casi $700 millones. Pues bien, consideramos que, si a los empresarios se les ha dado una gabela tributaria para asegurar la acumulación de capital para que la economía del país crezca más, es de simple justicia operar homogéneamente con otra de las variables de la ecuación de crecimiento: la formación de capital humano.

Terminemos con el desperdicio de sillas vacías y permitamos que muchos muchachos y muchachas talentosos puedan cumplir con sus sueños de educación superior para bien del país.

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