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ANALISTAS 04/02/2025

Retos para la administración universitaria y sus sistemas de evaluación

Luis Antonio Orozco
Ph.D Profesor Universidad Externado de Colombia

No hay nada más complejo de administrar que una universidad. Así lo indicó uno de pensadores más importantes de la administración contemporánea, el profesor David J. Teece en un artículo de 2018 titulado Managing the university. Indicó que “si bien es necesario gestionarlas de una manera más empresarial, no pueden ni deben gestionarse exactamente de la misma manera que una empresa.” Uno de los temas complejos de esa gestión está en la evaluación de los dos cuerpos constitutivos de la universidad: profesores y estudiantes. Y es complejo porque la evaluación del desempeño entre estos dos está íntimamente ligada y llena de tensiones en función de la calidad.

Empecemos por la evaluación que hacen los estudiantes del profesor. Un estudio del renombrado psicólogo alemán Wolfgang Stroebe titulado: “Student evaluations of teaching encourages poor teaching and contributes to grade inflation”, indica que las evaluaciones de los estudiantes no miden la eficacia de la enseñanza, y que su uso generalizado por parte de los administradores universitarios va en contravía de la calidad de la educación ya que estimula la mediocridad y la inflación de las calificaciones.

Demuestra cómo las evaluaciones empoderan a los estudiantes para moldear el comportamiento del profesorado recompensando a quienes califican con indulgencia y castigando a los exigen trabajo y califican con rigor. La evaluación de los estudiantes fomenta la cultura del “hagámonos pacito” que a su vez facilita que los directores de programas no tengan que resolver conflictos, los profesores tengan continuidad en sus contratos y los estudiantes logren sus titulaciones sin contratiempos.

Ahora miremos la evaluación de los estudiantes. El profesor José Luis Villaveces insistía en que más allá de inculcar pasión por el conocimiento, la actividad docente más importante no es dictar clase, o desarrollar pedagogías para mejorar la enseñanza-aprendizaje, sino evaluar, corrigiendo los errores y guiando a los estudiantes para que alcancen el dominio de un tema. Es en la evaluación donde el estudiante se pone a prueba en un entorno controlado para saber si es capaz de hacer algo o resolver un problema por sí mismo con suficiencia. Desafortunadamente, del poder de la evaluación y asignación de notas surgen casos muy comunes como el que se lee en la Sentencia T-210 de 2023 de la Corte Constitucional, que describe la actuación de un profesor universitario “que parcializaba las notas” incurriendo posiblemente en “actos de discriminación, violencia y acoso”. El poder de evaluar también puede desviarse cuando directores de programa usan su posición para ajustar cuentas personales -con estudiantes y colegas- asignando jurados de tesis que emiten concepto negativo a cambio de contratos y asignaciones de clases.

Entonces: ¿Qué podemos hacer para mejorar la gestión de la evaluación universitaria?

Hace poco el profesor Fernando Herrera Chiquillo del Externado me recomendó la película Radical protagonizada por Eugenio Derbez, que recrea la historia del profesor Sergio Juárez Correa en una escuela con los peores resultados académicos de todo México. Inspirado en la metodología del profesor indio Sugata Mitra, que consiste en despertar la curiosidad de los estudiantes animándolos a buscar respuestas en las computadoras, más de 93% de los estudiantes del profesor Juárez aprobaron el examen Enlace (como la prueba Saber del Icfes en Colombia).

La universidad es en esencia la comunidad de profesores y estudiantes que se congrega por el amor al saber -no un mercado con clientes y proveedores como indicó esta columna-. Entonces, deberíamos preocuparnos por preparar a nuestros estudiantes para que los evalúe un tercero. Desde evaluaciones cruzadas donde los alumnos de un profesor son evaluados por otro, hasta olimpiadas, torneos, premios y ambientes de discusión como el de la Liga Española de Debate Universitario - Ledu, pasando por las pruebas de externos como las Saber Pro, la administración universitaria puede incentivar que la preocupación de estudiantes y profesores en clase no sea distinta a prepararse para demostrar sus competencias y capacidades frente a los demás.

Un avance en esta dirección está en la Ley 1905 de 2018 que regula el examen de Estado de idoneidad para Abogados, en el que, por cierto, la Universidad Externado obtuvo recientemente el primer y tercer puesto entre 5.500 profesionales evaluados. Creo que este tipo de exámenes son fundamentales para la calidad de la educación y sería clave contar con evaluaciones internacionales como lo viene haciendo la Ocde con las pruebas Pisa. Si queremos calidad en la educación, la administración universitaria debe frenar el “hagámonos pacito” e innovar en sus sistemas tradicionales de evaluación.

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