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ANALISTAS 28/08/2025

Fondo Futuro: un modelo transformativo de financiación de la educación superior

Luis Antonio Orozco
Ph.D Profesor Universidad Externado de Colombia

Según el Observatorio de la Universidad Colombiana, más allá de la polémica por los datos de la educación superior que inician con una cobertura de 57,53% en 2024, el Gobierno actual ha retirado el apoyo a las universidades no oficiales con actos como la reducción de recursos del Icetex y el cierre de los programas de incentivos a la demanda. De $3,7 billones en 2023 se pasó a menos de $1 billón en 2025, de los cuales $495.000 millones son para programas y líneas de crédito propias de la entidad, usados esencialmente para matrícula. En este contexto, la responsabilidad de las universidades no oficiales por continuar su misión y su responsabilidad con el ODS 4 de brindar acceso a educación de calidad, ha demostrado con la creación del Fondo Futuro que, más que un proyecto financiero, se puede crear una innovación social para redefinir el acceso, la permanencia y la calidad de la formación profesional en Colombia.

Fondo Futuro, creado por la alianza entre la EIA, Eafit, UPB, Universidad de Medellín y CES, rompe con la lógica fragmentada de la financiación educativa. En lugar de depender exclusivamente de recursos públicos cada vez más escasos, esta propuesta integra capital de las universidades, aportes de terceros e instrumentos financieros de largo plazo para garantizar que jóvenes de estratos 2, 3 y 4, históricamente desatendidos por la banca tradicional, puedan no solo ingresar a la universidad, sino graduarse y proyectar una vida profesional prometedora.

El arquitecto del Fondo Futuro es Hernán Herrera Echeverri, insigne investigador y consultor en finanzas de Eafit, quien destaca que la importancia de esta propuesta radica en tres aspectos. Primero, aborda de forma simultánea acceso y permanencia. La financiación cubre toda la carrera, ofrece cuotas bajas frente a créditos de corto plazo debido a que el estudiante puede pagar hasta 70% del crédito cuando termine su carrera, un periodo de gracia de seis meses, y subsidia el pago de la fianza. Además, introduce incentivos académicos: la condonación condicionada de intereses durante el periodo de estudio siempre que el estudiante cumpla con su plan formativo. Esto no es un detalle menor, ya que en Colombia la deserción universitaria ronda 24% y el Fondo se propone reducirla en un 30%.

Segundo, se ancla a un enfoque de impacto medible. No se trata solo de colocar créditos, sino de seguir la trayectoria de los beneficiarios: cuántos se gradúan, cuántos encuentran empleo en menos de un año, cuántos permanecen en su campo profesional y cuántos ascienden laboralmente en tres años. Este seguimiento es vital para garantizar que la inversión cumpla su propósito: mejorar las competencias laborales y potenciar la movilidad social.

Tercero, Fondo Futuro conecta la educación superior con el desarrollo económico. La evidencia de organismos como el Banco Mundial y la Ocde es contundente: cada año adicional de estudios universitarios aumenta los ingresos en un 10%, elevando la productividad nacional. Fedesarrollo calcula que la tasa interna de retorno de la educación superior en Colombia supera 9% anual y puede llegar a 27% a diez años. Con un salario de 2 millones, se recupera la inversión en 4,5 años. Si iniciativas como esta logran aumentar la cobertura de estratos bajos en cinco puntos porcentuales, el PIB podría crecer hasta 0,75 puntos adicionales por año.

La sostenibilidad financiera no puede depender del presupuesto público; requiere alianzas multisectoriales y esquemas innovadores de inversión. Asimismo, el acompañamiento académico y psicosocial debe ser tan prioritario como el financiamiento: un crédito sin soporte integral corre el riesgo de convertirse en deuda impagada. Finalmente, la pertinencia de los programas debe medirse en función de la demanda laboral y la generación de emprendimiento, asegurando que los egresados no solo trabajen, sino que progresen en su ejercicio profesional.

Fondo Futuro demuestra que es posible crear un vehículo financiero desde las universidades con un gobierno corporativo ágil, bajo riesgo crediticio y alto impacto social. Este modelo podría replicarse en otras regiones del país, integrando universidades públicas y privadas, empresas, cooperativas y gobiernos locales. La invitación es a no ver el Fondo Futuro como un proyecto aislado, sino como el punto de partida de una política nacional que entienda la financiación educativa como inversión estratégica que integra recursos de todos los actores de la sociedad.

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