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Analistas 13/01/2025

¿Y qué tal si nos dejamos sorprender?

Leticia Ossa Daza
Socia Directora Práctica LatAm Paul, Weiss NY

Comienza el año y es la oportunidad, para muchos, de crear listas de propósitos y de retos, y las famosas “bucket lists”, listas de cosas que queremos hacer antes de morir.

Pero, ¿será que estamos sacrificando la capacidad de adaptarnos a lo inesperado y la posibilidad de dejar que la vida nos sorprenda en nuestra incesante búsqueda de objetivos predefinidos?

Entre esas largas listas, muchos líderes incluyen correr maratones, triatlones y retarse físicamente.

Lo que a simple vista, parece una moda relacionada con el bienestar físico, representa en realidad algo más profundo.

Simon Sinek, autor de Start With Why, sostiene que las personas necesitan un propósito claro para encontrar significado en lo que hacen. Esto explica por qué los Ironman y las maratones no son solo actividades físicas; son una metáfora tangible del éxito.

En un entorno caracterizado por la incertidumbre y la complejidad, por múltiples variables y resultados inciertos, una carrera ofrece una narrativa clara: entrenar, competir, terminar.

Completar una maratón se convierte en un acto simbólico de dominar desafíos, de demostrar disciplina y genera una sensación de agencia personal y de control.

Además, en un ecosistema empresarial donde los líderes son evaluados no solo por sus decisiones, sino también por cómo encarnan los valores de las empresas que representan, participar en estas actividades físicas refuerza su imagen pública. Según un estudio de Harvard Business Review, 75% de los ejecutivos que completaron maratones declararon que la experiencia mejoró su capacidad para manejar el estrés y establecer objetivos a largo plazo.

Publicar en redes sociales la foto cruzando la meta se convierte en un acto de liderazgo aspiracional, un testimonio visible de la capacidad de superar límites.

Aunque estas listas pueden ser una fuente de motivación, también tienen el potencial de convertirse en una trampa. En el contexto del liderazgo, fomentan una mentalidad rígida, donde la vida se vive como una serie de objetivos a cumplir, dejando poco espacio para la espontaneidad y la adaptación.

La obsesión por completar listas predefinidas puede limitar la capacidad de aceptar lo inesperado, elemento esencial tanto en la innovación empresarial como en el desarrollo personal. Brené Brown, autora de Dare to Lead, enfatiza que “la incertidumbre y la vulnerabilidad no son enemigos del éxito, sino portales hacia la creatividad y la conexión”.

Los avances en los negocios pueden surgir de momentos fortuitos: un fracaso que revela una oportunidad, una conversación improvisada que da lugar a una nueva alianza, un camino diferente que lleva a descubrimientos inesperados.

Por otra parte, un enfoque tan estructurado puede tener costos emocionales. La presión de lograr cada meta puede llevar al agotamiento y al sentimiento constante de insuficiencia. En lugar de disfrutar el proceso, las personas se concentran únicamente en el resultado, cayendo en la trampa de buscar validación externa.

La verdadera riqueza del liderazgo y de la vida no reside en tachar elementos de una lista, sino en encontrar propósito y significado en el camino. Así que: ¡deja espacio para que la vida te sorprenda!

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