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¿Moda pasajera? ¿O un fenómeno global que está transformando la industria del té y de las bebidas? La fiebre del matcha y el boom del bubble tea están redefiniendo cómo el mundo consume té, fusionando tradición con tendencias virales y oportunidades de negocio.
El matcha, esa fina y vibrante molienda de té verde japonés, ha evolucionado de ser un nicho en el mundo del bienestar a generar un cambio en la oferta, la demanda y hasta la identidad de la industria del té.
En Japón, el matcha tiene un significado cultural profundo que va más allá de ser solo una bebida. Su historia se remonta al siglo XII, cuando los monjes budistas Zen lo introdujeron desde China y lo adoptaron como parte de su práctica meditativa debido a sus propiedades energizantes y su capacidad para mejorar la concentración.
La creciente demanda internacional ha llevado a Japón, el epicentro del matcha, a enfrentar una escasez de su propio producto estrella. El problema es que el matcha de alta calidad no se puede producir en masa sin comprometer su autenticidad, y su cultivo requiere tiempo y técnicas especializadas.
Al mismo tiempo, otra bebida con raíces asiáticas está dominando el mercado con un enfoque muy distinto. El bubble tea, una combinación de té, leche y perlas de tapioca, ha crecido de forma explosiva. Según un informe de Fortune Business Insights, el mercado global del bubble tea fue valorado en US$2.630 millones en 2024.
Este auge ha llevado a varias cadenas de bubble tea a buscar oportunidades en los mercados de capitales. Por ejemplo, Mixue Group, la mayor cadena de bubble tea y bebidas de China, planea recaudar aproximadamente US$444 millones lanzándose al mercado en la Bolsa de Hong Kong. Otra empresa destacada, Guming Holdings Ltd., recaudó aproximadamente US$233 millones estadounidenses en su salida al mercado en Hong Kong. Y, Chabaidao, otra importante cadena de bubble tea, debutó en la Bolsa de Hong Kong en abril de 2024, recaudando US$331 millones.
Y mientras el matcha enfrenta escasez debido a su producción limitada, el bubble tea ha prosperado precisamente porque su modelo es altamente escalable, con ingredientes fácilmente replicables y costos de producción relativamente bajos.
Estas dos tendencias tienen algo en común: ambas bebidas han sido adoptadas por la generación más joven, no solo por su sabor o beneficios, sino porque se han convertido en símbolos culturales. En las redes sociales, la estética juega un papel crucial, y tanto el matcha como el bubble tea son fotogénicos. Además, ambos productos ofrecen experiencias sensoriales que van más allá de la bebida en sí.
El matcha y el bubble tea son ejemplos perfectos de cómo un producto puede pasar de ser una simple bebida a convertirse en un fenómeno cultural y un negocio multimillonario. En esta guerra de tendencias, lo artesanal se enfrenta a lo escalable, lo exclusivo compite con lo masivo, y el resultado será una transformación en la forma en que el mundo consume té.