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Analistas 11/11/2022

Transición responsable

Durante los últimos años hemos sido testigos de un cambio sin precedentes en la forma como se han desarrollado las campañas políticas en todo el mundo. Desde el famoso “I have a dream” (Tengo un sueño) de Martin Luther King con el que se consolidó el movimiento por los derechos civiles en los Estados Unidos, pasando por el “Yes, we can” (Si, nosotros podemos) con el que Barack Obama llegó a la presidencia de los Estados Unidos, tras movilizar y unir bajo un sentimiento de patriotismo e inclusión a diferentes sectores, hasta la campaña realizada en nuestro país durante el 2016 para el Plebiscito por la Paz, en donde se apeló a polarizar a los colombianos entre enemigos y amigos de la paz. En este escenario el debate político se olvidó de lo estructural y se concentró en lo emocional.

La evidencia es clara en señalar el cambio que ha experimentado el desarrollo de las campañas políticas en el mundo, tal vez lo único que no ha cambiado en el contexto político, es que una cosa es estar en campaña y otra cosa muy distinta es gobernar. Quinto Horacio, el poeta lírico Romano decía que “Las muchas promesas disminuyen la confianza”, es tal vez por ello que la sabiduría popular ha conjugado con el paso de los años, el sentir que lo importante no es lo que se promete sino lo que se cumple. Es por esto que todos los colombianos esperamos con expectativa, que el mandato presidencial establecido en las urnas, logre consolidar en medio de una serie de turbulencias y externalidades de carácter económico y geopolítico, un plan de desarrollo que recoja los avances que durante las últimas dos décadas, llevaron a posicionar a la economía colombiana como una de las más sólidas de Latinoamérica, con una tasa de crecimiento promedio del 3,69%, que incluso permitió que en el 2021, sin terminar aún la pandemia de la Covid-19, llegáramos a ubicarnos como la tercera economía del mundo con la mayor tasa de crecimiento del PIB.

No obstante, la existencia de múltiples retos, el crecimiento de la economía colombiana y su solidez en materia de la lucha contra la pobreza merecen un especial reconocimiento. Los datos oficiales de pobreza evidenciaron hasta antes de la llegada de la pandemia, un avance en donde algo más de 5 millones de colombianos habían salido de la pobreza, con una reducción en la incidencia de la pobreza monetaria del 37,2% al 28% con una tasa promedio del 31%, siendo éste, el promedio más bajo desde que se tienen registros históricos. Pese a los avances recientes la moneda colombiana se ha convertido en la de peor desempeño entre las demás monedas emergentes del mundo y de la región. Desde junio la devaluación acumulada del 28,53%, nos ha hecho 1/3 más pobres que el resto del mundo en menos de 150 días, superando por mucho los niveles reflejados por Chile (3,56%), México (-3,88%) y Brasil (-0,24), siendo únicamente superados en una especie de foto-finish por el peso argentino, que acumula en el mismo periodo de tiempo una devaluación del 29,5%, lo que representa una señal de alerta toda vez que Argentina experimenta inflación a lo largo del año del 83%.

Finalmente, hay que reconocer que por años los recursos derivados del petróleo han sido fundamentales para la ejecución de políticas sociales en Colombia, por lo tanto, el país está en la obligación de una transición energética responsable, antes de avanzar en un proceso acelerado. Valdría la pena preguntarse ¿cuál es el plan para sustituir eficientemente los $84 billones en inversiones del sector de hidrocarburos durante los próximos cuatro años y los $172 billones hasta el año 2032?; ¿cuál es el plan para generar, sin afectar los niveles de déficit fiscal los ingresos a la Nación por $105 billones que generaría el sector del petróleo y el carbón durante los próximos cuatro años y los $228 billones proyectados hasta el 2032?;¿cuál es el plan para remplazar las exportaciones de petróleo por 82 mil millones de dólares hasta el año 2032 que tanto contribuyen a la estabilidad macroeconómica del país; además de mantener los empleos, directos e indirectos, en por lo menos 95 mil personas vinculadas por el sector en más de 500 empresas entre operadoras y contratistas de bienes servicios, con presencia en al menos 97 municipios y 19 departamentos con actividades de exploración y producción?

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