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Con diciembre en ciernes, conviene realizar un balance de la economía colombiana. El crecimiento del PIB en el tercer trimestre fue del 3,6%. El resultado es una buena noticia. Con este dato, para el cierre de 2025 podríamos esperar un crecimiento del PIB superior al 3%. No obstante, la pregunta que surge es si este crecimiento se soporta en bases económicas sólidas y es sostenible en el tiempo.
Hay dos factores clave que explican este resultado: el gasto público, con un crecimiento del 14,2%, y el consumo de los hogares, del 4,2%. De hecho, hay sectores que se comportan bien, apalancados en estos dos factores, como la administración pública, que creció el 8%, y el comercio, transporte, alojamiento y servicios de comida, que crecieron el 5,6%. Por otro lado, ante el aumento del consumo, la industria manufacturera, jalonada de manera especial por la agroindustria, creció el 4,1%. Preocupan sectores de gran importancia para el agregado económico, que han sido marginados por el Gobierno, como la construcción, que cayó un 8,3%, y el petróleo y la minería, que cayeron 5,7%.
Parece que estuviéramos viviendo una gran bonanza. Sin embargo, todo indica que estos resultados son consecuencia del gran endeudamiento y gasto del Gobierno, y del flujo de dólares que traen las remesas -que este año llegarían a US$13.000 millones- y las economías ilegales del narcotráfico y el oro.
De hecho, según los analistas, el gasto del Gobierno explica, desafortunadamente, la mitad del crecimiento del PIB. La situación es tan evidente que se estima un déficit fiscal del 7,5% y una deuda que alcanzará el 65% del PIB para 2025, con un presupuesto astronómico y desfinanciado de 547 billones para 2026.
Lo peor es que el Gobierno está gastando a manos llenas en funcionamiento, en burocracia -hoy en día el Estado es la tercera rama generadora de empleo- y en subsidios con propósitos eminentemente politiqueros.
Tanto es el gasto y la contribución del Gobierno a la demanda agregada que los precios han empezado a subir. En los últimos doce meses corridos se reportó un ligero aumento de la inflación, hasta el 5,5%. Esta presión, incluso, podría obligar a incrementos en la tasa de interés por parte del Banco de la República, dificultando aún más la inversión privada.
Para muchos es promisorio el comportamiento de la tasa de cambio, que ayudará a contar con bienes importados más baratos y permitiría, en algún modo, contener la inflación. No obstante, este resultado, además de corresponder a una tendencia global del dólar estadounidense, se ve afectado por el flujo temporal de dólares que ha ingresado al país por el endeudamiento excesivo del Gobierno.
En síntesis, no hay duda de que el Gobierno está en un frenesí de gasto, pues su tiempo se acaba y hay elecciones por ganar; por lo tanto, lo importante es el aquí y el ahora. Por otro lado, un gobierno responsable en 2026 no tendrá campo para endeudarse y gastar más. Por el contrario, deberá realizar un ajuste fiscal doloroso para poder contar con bases económicas serias que permitan estabilidad y un crecimiento sostenido. Por eso este resultado, a punta de deuda y gasto del Gobierno, es insostenible.
Como “Judas Iscariote”, los falsos apóstoles de Chucky-Santos, le siguen dando pasaporte social a Petro a Cepeda y a las Farc-EP y le entregan el sistema de libertades económicas al neo-narco estalinismo
Diversas instrumentalizaciones en más de 200 años han definido las estrategias de acción internacional de Washington y han servido como precedente para otras potencias