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Muchos sabíamos que el gobierno progresista era disfuncional e inoperante. Los nulos resultados y “logros” contrarios a la razón hablaban por sí solos. No obstante, el espectáculo protagonizado por el Presidente y sus ministros dejó claro a todo el público la ineficacia del Gobierno. Dio dolor de patria presenciar tan patético espectáculo. Da tristeza que el país esté a cargo de los menos capacitados.
El Presidente, ante su fracaso y mala gestión, asesorado, quién sabe por quién, resolvió transmitir en directo el Consejo de Ministros. Lo hizo, sin lugar a dudas, con fines politiqueros. Los objetivos no eran otros que captar la atención de la opinión pública y descargar su incompetencia y falta de ejecución en los ministros. Quería usar la proclama: “¡Arriba el Rey, abajo el mal gobierno!”, para vender la idea de que la culpa no es de él, del rey, sino de los ministros. Se presentó como representante del pueblo, quien, estando más allá del bien y del mal, ungido de un mandato divino y sublime, no gobierna bien ni cumple con lo prometido, no por su culpa, sino por la incompetencia de los ministros.
Tan improvisado fue el espectáculo que varios ministros y altos funcionarios llegaron tarde y se mostraron sorprendidos. Muchos de los que vimos el show nos sentimos abrumados y con dolor de patria por tener una parranda de irresponsables y mediocres como gobernantes. Dio pena ajena, y de tal magnitud, que algunos deseaban que se cayera la señal o empezara el fútbol.
La triste y vergonzosa realidad es que el gobierno es disfuncional. El defectuoso líder mostró sus pies de barro ante todos, pues ni lidera ni gobierna y, cual autista, está desconectado de la realidad y de las necesidades de los colombianos. Su discurso no tiene coherencia ni hilo alguno. Simplemente se desparrama con una deficiente retórica. La perorata fue inmarcesible. Habla de todo y nada, de lo divino y lo humano, pero aquello de gobernar y dar resultados simplemente es inexistente. Los ministros, ególatras, borrachos de poder e hinchados en su ego, como el líder, se preocupan más por su activismo, los amores, los odios y mostrar su incondicionalidad que por la ejecución y la rendición de cuentas.
La responsabilidad de este desastre no es sino del Presidente. La realidad es que a la cabeza del Gobierno está un individuo con graves problemas de personalidad y con características de antilíder.
Tengamos claro que la transmisión del Consejo de Ministros no se hizo para mostrar transparencia, sino con fines eminentemente politiqueros. A pesar de ello, no se midieron las consecuencias del nombramiento del impresentable y misógino Benedetti ni de la transmisión en vivo, pues quedó en evidencia ante la opinión pública, sin haberlo querido, el nulo liderazgo e incapacidad gerencial de Petro y la disfuncionalidad e incompetencia del Gabinete. No sabemos qué le debe a Benedetti, pero lo claro es que, entre compinches y locos, se entienden.
Ojalá no sigan transmitiendo este Circo Máximo, lleno de humor y risa por todas las estupideces que dicen, como que el whisky es peor que la cocaína, pues genera una infinita tristeza y dolor ver el caótico e incompetente gobierno mientras el país está a la deriva.