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Tribuna Universitaria 03/05/2024

Los subsidios electorales

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política
JUAN MANUEL NIEVES

Los subsidios son una herramienta de política económica utilizada por los gobiernos para abordar desigualdades, apoyar sectores en riesgo o impulsar el crecimiento económico. Sin embargo, cuando se usan de forma excesiva o con fines políticos, pueden convertirse en estímulos perversos que generan dependencia, distorsionan el mercado y perpetúan estructuras de poder. El caso colombiano actual, donde el gobierno busca dar subsidios a taxistas por la subida de la gasolina, a adultos mayores sin pensión y a quienes reciben beneficios creados durante la pandemia, plantea interrogantes sobre los motivos detrás de estas medidas y sus consecuencias a largo plazo.

El contexto político en Colombia es complejo. El Presidente, con el fin de acrecentar el apoyo de sus bases y posiblemente enfrentar una constituyente, ha buscado implementar políticas que lo acerquen a la población más vulnerable. Los subsidios juegan un papel importante en este contexto, pero la pregunta clave es: ¿son estas políticas sostenibles o están orientadas a asegurar una base electoral?
Los subsidios, en teoría, buscan corregir desigualdades y proporcionar ayuda a los más necesitados.

Sin embargo, en la práctica, pueden tener consecuencias no deseadas: desincentivan la eficiencia y la innovación. Por ejemplo, cuando se subsidia el combustible para taxistas, se reduce su motivación para buscar alternativas más eficientes y ecológicas, a la vez que el gobierno sacrifica el dinero de los contribuyentes para contentar a un gremio. Además, los subsidios pueden generar una dependencia crónica en los beneficiarios. En lugar de fomentar la autosuficiencia, atrapan a las personas en una red de asistencia perpetua.

Varios países han utilizado subsidios para consolidar el apoyo político. En Venezuela, el gobierno de Hugo Chávez y luego el de Nicolás Maduro implementaron amplios programas de subsidios para alimentos, gasolina y servicios básicos. Aunque estas políticas se presentaron como un esfuerzo para apoyar a los más pobres, se convirtieron en un mecanismo para mantener la lealtad política. El resultado fue un colapso económico sin precedentes, con hiperinflación, escasez de productos básicos y una crisis humanitaria.

En México, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) utilizó subsidios y programas de asistencia social para consolidar su poder durante décadas. Al ofrecer beneficios a sectores específicos de la población, el partido aseguraba su permanencia en el poder. Aunque estas políticas fueron eficaces a corto plazo, contribuyeron a la corrupción y la falta de transparencia, lo que finalmente llevó a una pérdida de legitimidad.

En el caso colombiano, la preocupación radica en la posibilidad de una constituyente. Con una base electoral asegurada a través de subsidios, un gobierno podría tener el poder necesario para cambiar la estructura constitucional a su favor. Esto es especialmente preocupante en un país que ha pasado por períodos de violencia y conflicto político.

Hay que ser cautelosos con los subsidios y considerar sus efectos a largo plazo. El Estado no regala dinero; simplemente lo transfiere de un bolsillo a otro, por lo que la necesidad de una nueva reforma tributaria es señal de que el sistema no es sostenible. En lugar de aumentar la carga fiscal, el gobierno podría considerar reducir la burocracia y mejorar la eficiencia en lugar de seguir creando ministerios que brillan por su ineficiencia.

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