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Analistas 26/05/2023

Antes de dialogar aseguremos la paz

Juan Manuel Nieves R.
Estudiante de Comunicación Política
JUAN MANUEL NIEVES

La paz total como política de gobierno fue una iniciativa temprana del presidente, inmediatamente comenzaron diálogos con los terroristas del ELN y el Clan del Golfo, los distintos traspiés llevaron a un congelamiento parcial de la iniciativa y para empeorar el proceso las llamadas disidencias de las Farc mataron a cuatro niños indígenas que intentaron reclutar.

El pasado proceso de paz trajo como consecuencia el empoderamiento de los cabecillas en el congreso de la república, la casi inicua reparación, el lento funcionamiento de la JEP y lo peor, el mantenimiento del brazo armado de los terroristas de las Farc, con las “disidencias” de dicho grupo.

En cualquier conflicto armado, especialmente cuando se trata de grupos terroristas, surge una pregunta fundamental: ¿En qué momento es adecuado negociar con aquellos que continúan perpetrando terroristas contra la población?

No existe una respuesta única pero la historia ha enseñado cosas. Uno ejemplo es Sendero Luminoso en Perú. Durante la década de 1980 y parte de la década de 1990, Sendero Luminoso, un grupo guerrillero maoísta, sembró el terror en el país andino. Sus tácticas incluían asesinatos indiscriminados, atentados con explosivos y ataques contra la infraestructura del país. Frente a esta violencia desmedida, el gobierno peruano optó por una estrategia combinada de enfrentamiento militar y desarrollo de políticas sociales para ganarse el apoyo de la población. Tras varios años de combate, Sendero Luminoso fue debilitado significativamente, permitiendo así el inicio de un proceso de reconciliación y diálogo con las facciones menos radicales. La derrota militar del grupo terrorista sentó las bases para la construcción de una paz duradera en Perú.

Otro ejemplo importante es el caso de Irlanda del Norte y el conflicto con el Ejército Republicano Irlandés (IRA). Durante décadas, este grupo llevó a cabo ataques terroristas en su lucha por la independencia de Irlanda del Norte del Reino Unido. Sin embargo, los esfuerzos por alcanzar una solución política se estancaron debido a la continua violencia. Fue hasta que el gobierno británico y las fuerzas de seguridad lograron debilitar significativamente al IRA y desmantelar sus estructuras terroristas que se pudo abrir un espacio para el diálogo y la negociación. Este proceso culminó con el histórico “Acuerdo de Viernes Santo” en 1998, sentando las bases para la paz y la estabilidad en la región.

Estos ejemplos históricos nos enseñan que, en ocasiones, es necesario utilizar medidas contundentes para debilitar a los grupos terroristas antes de entablar negociaciones. La derrota militar no significa la eliminación total de las ideas, de su grupo o los problemas subyacentes, pero es un paso necesario para garantizar la seguridad y la confianza de la sociedad afectada.

En el caso de las recientes disidencias de las Farc y los actos atroces que han cometido, la decisión del presidente de romper cualquier negociación es comprensible. Con los terroristas se negocia cuando estén contra la pared, de lo contrario seguirán delinquiendo. El problema es que aún no se sabe si de verdad existe voluntad para combatirlos.

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