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Analistas 14/02/2023

¿Ser más humanos?

Juan Isaza
Estratega de comunicación

La pandemia nos dejó la conciencia sobre la importancia de la salud mental. Creo que hoy somos más conscientes de la relevancia de expresar las emociones y hemos entendido que expresar nuestra debilidad, o como ahora muchos dicen, nuestra vulnerabilidad, es una actitud más aplaudida que censurada por muchos. No resulta casual que estemos viendo a las celebridades gritar sus luchas internas, sus temas mentales o los problemas que enfrentan.

El año pasado, 81 millones de personas en la primera semana de emisión siguieron la historia del príncipe Harry y Meghan Markle, convirtiéndose en el debut más exitoso en la historia de Netflix. No quiero decir que otras celebridades no lo hayan hecho antes, o que los rumores del mundo del espectáculo o la realeza sean algo nuevo, pero parece que la gente está más interesada que nunca en ver a las celebridades expresar sus emociones, sus luchas internas y confesar no sólo las confrontaciones familiares sino sus propias debilidades.

Unas semanas más tarde, el fenómeno se repitió con el libro de Harry que obtuvo el Guiness Récord al libro de no-ficción vendido en más corto tiempo en la historia de la humanidad. De nuevo, la gente queriendo conocer todos los detalles más humanos del príncipe. Y casi en simultáneo, veíamos como Shakira rompía un récord histórico y se convertía en el segundo artista más escuchado de la historia en YouTube y número uno en el mundo latino en Spotify con su sesión con Bzrp. Su canción no es otra cosa que la expresión de todos los problemas de su matrimonio y las dificultades, incluyendo la suegra, que ha venido enfrentando en los últimos meses.

El año pasado, The New York Times le preguntaba a un grupo de jóvenes qué tanto les parecía importante conocer los detalles de los problemas personales o las luchas internas que estaban dando sus artistas favoritos.

La gran mayoría decía que así los sentían más humanos y más cerca. Contrario a lo que pasaba en otras épocas cuando las celebridades proyectaban esta imagen de vida perfecta, ahora nos gusta saber que tienen problemas y seguramente para muchos que hoy enfrentan temas de salud mental, por ejemplo, les anima saber que sus artistas favoritos también pasan por momentos igual de difíciles.

Ahora, lo interesante es que éste no es un tema de celebridades ni del mundo del espectáculo. El pasado 19 de enero, la primera ministra de Nueva Zelandia anunció su renuncia. No dijo que lo hacía porque su labor ya estaba cumplida, ni tampoco porque sintiera que su partido ya no la respaldaba. Eso es lo que hemos escuchado siempre de los políticos. Jacinda Ardern dijo “Soy humana. Damos todo lo que podemos mientras podemos hasta que llega la hora. Para mí ya es hora”.

Vivimos una era en la que expresar la humanidad es la más clara muestra de fortaleza. Revelar los conflictos internos nos hace ver más auténticos. Y estamos en un mundo donde, particularmente para las generaciones más jóvenes, la autenticidad es un valor no negociable. De nada vale hoy mostrar que somos resistentes, perfectos e inmutables. La gente quiere ver el lado humano, quiere que prime la emoción y no la razón. Las compañías y las marcas deben tomar nota de esto. El espacio para la racionalidad y el corporativismo no tiene lugar en este mundo donde la emoción, la humanidad y la vulnerabilidad son los verdaderos conectores.

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