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Analistas 01/08/2023

Una mirada a la desigualdad

Mucho se habla de la creciente desigualdad en el mundo. Desafortunadamente, en esta materia Colombia no sale muy bien librada. Sin embargo, hay que salirse del titular e indagar con mayor profundidad para entender realmente qué quiere decir desigualdad. Hay varios tipos: de riqueza, de ingresos y de oportunidades. Los datos revelan que Colombia está mal en todas, pero en algunas no tan mal como muchos piensan.

Si miramos la concentración de riqueza, que es la medida que se ha puesto más de moda en los últimos años y que se refiere a la posesión de riqueza de 1% de la población, Colombia, según el World Inequality Database, es comparable con EE.UU. y Costa Rica y está por encima de la mayoría de América Latina. No obstante, no llega a los exorbitantes niveles de desigualdad de riqueza de Chile, Brasil o México, dónde casi la mitad de toda la riqueza está en manos del ‘top’ 1%.

Según la misma fuente (WID), el panorama cambia significativamente cuando, en vez de mirar la riqueza acumulada, nos fijamos en los ingresos. Si reparamos en 1% que más gana -que casi siempre coincide con el que más tiene, pero no necesariamente- llega a alrededor de 18% del total de ingresos. De nuevo, estamos cerca de EE.UU. en el ranking, pero ahora los países más desiguales de la región según esta métrica -República Dominicana, Perú y México- casi duplican a Colombia.

Lo anterior nos dice que Colombia tiene la riqueza muy concentrada en unos pocos, y la renta bastante concentrada, pero no tanto como se cree. Lo interesante es que si uno se devuelve 20 años, la desigualdad de riqueza ha disminuido notablemente en el país. En años recientes 1% que más tiene ha perdido poder de acaparar riqueza. Por el año 2009 Colombia estaba en los niveles actuales de Brasil donde 1% más rico posee casi 50% de la riqueza. En la Colombia actual ese 1% solo concentra aproximadamente 30%.

Finalmente, tenemos la desigualdad de oportunidades, tal vez la mas detestable. Esta se refiere al acceso a ciertos bienes básicos como nutrición, salud y educación para que el género, la raza, el lugar de nacimiento y otras características que están fuera del control del individuo no determinen su porvenir. El éxito en la vida debe depender de decisiones personales, el esfuerzo y el talento, no de las circunstancias al nacer. Solo con mirar los resultados de las pruebas Pisa -programa de evaluación académico de la Ocde- sabemos que en esta materia nos rajamos. En la última medición Colombia obtuvo los resultados más bajos de los países que pertenecen a esta organización y según el informe, sus resultados se equiparan a países no miembros como Albania y Macedonia del Norte.

¿Entonces, de quién es la responsabilidad? El lugar común es pensar que la desigualdad es culpa de una élite malvada que no quiere compartir el ponqué. Pero, la realidad es que las políticas públicas, la corrupción gubernamental y la resistencia al cambio de algunos grupos de interés del sector público tienen el grueso de la responsabilidad. ¿Acaso el subsidio estatal a las pensiones de los asalariados de mayores ingresos no promueve la desigualdad? ¿Alguien duda que Fecode es un obstáculo para mejorar la calidad de la educación pública con su negativa de evaluar a los profesores? ¿Será que los políticos de La Guajira no son responsables de la desnutrición infantil de ese departamento?

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