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Analistas 21/10/2022

La confianza se perdió

Juan Alberto Londoño Martínez
Ex viceministro de Hacienda

Los mercados en los últimos días le están mandando un mensaje muy claro al Gobierno del presidente Gustavo Petro, en materia económica no se puede improvisar. La estabilidad, sostenibilidad y manejo responsable de las finanzas públicas son el activo más importante con que cuenta un País. La confianza tarda mucho en construirse, pero se pierde en un abrir y cerrar de ojos.

El anuncio efectuado por el ministro Ocampo, que valga decir, es de admirar por su intento de mantener la cordura, en el sentido de que el gobierno Nacional no efectuará más subastas de TES por lo que resta del año, debido a que el presupuesto se encuentra financiado gracias al mayor recaudo por el gran dinamismo económico que se ha observado, antes de ser un buen mensaje y generar tranquilidad en el país, resultó ser una confesión de la desconfianza de los mercados sobre el futuro económico de país. Al analizarse los antecedentes, las circunstancias y la respuesta de los mercados, se puede concluir que la situación es más compleja y tiene algunos impactos que se deben monitorear para evitar efectos que pongan en riesgo la sostenibilidad de las finanzas públicas.

Observando los antecedentes se concluye que en los días precedentes el gobierno Nacional efectuó una serie de anuncios que generaron nerviosismo en quienes nos financian puesto que ponían en riesgo nuestra capacidad de pago. Al observarlo desde la dramaturgia, es una obra clásica de terror. El escenario en el que se desenvuelve la tragedia está mediado por la propuesta de una reforma tributaria que carga a las empresas de forma desmedida, asfixia al sector extractivo, desincentiva absolutamente la inversión e impone los impuestos saludables que afectan principalmente a los menos favorecidos, generando un alto riesgo de inflación.

En el mismo escenario, el primer acto estuvo a cargo del Presidente quien manifestó que los llamados capitales golondrina, que no son más que inversionistas de corto plazo, tendrían que pagar un impuesto a la salida del país, con lo cual la utilidad de su operación desaparecería. Si, se trata de un control de cambios. Acto seguido, dispuso que se invertirían 60 billones de pesos en la compra de tierras, 10 billones por año que se pagarían con TES y que los mismos no se encontraban dentro del Marco Fiscal, lo que supone que no tienen fuente de pago. Para adornar más el panorama, manifestó que el país entraría en recesión y que el gran responsable sería el Banco de la República por subir las tasas de interés en su afán por controlar la inflación. Como acto de clausura, la cartera de Minas anunció que en el país no se suscribirían nuevos contratos en el sector de hidrocarburos, con lo cual las divisas que representa, la seguridad energética que brinda y la inversión que supone, desaparecerían de un brochazo. Fue una obra maestra de la tragedia

Ante esto, la reacción no pudo ser otra, la devaluación, que es cierto es un fenómeno mundial, en Colombia se disparó, los aspectos internos la exacerbaron la confianza en nuestra capacidad de pago, se desvaneció y los títulos de deuda pública se desvalorizaron de una manera tenebrosa, con lo cual, los intereses a los que nos están prestando, se encuentran según el vencimiento entre el 14 y el 15%. Esto no lo paga nadie.

Así, el anuncio del Ministro Ocampo pretendió dar tranquilidad ante el oscuro panorama, pero hasta el día de hoy no ha generado los efectos esperados y la lectura de los mercados ha sido la contraria. Nuestros títulos siguen en picada y los intereses al alza llegando a niveles superiores a los que se dieron en el momento más crítico de la pandemia. Esto genera un riesgo aun mayor, consistente en que, en enero cuando salgamos a colocar nuestra deuda, el apetito sea menor, los intereses nos asfixien o incluso no logremos financiarnos. Una apuesta arriesgada. A su vez, la depreciación del peso se agudizó, hoy la TRM roza los 5000 pesos, al no existir títulos en que invertir, quienes cuentan con liquidez se refugiaron en el dólar generando un efecto contrario al pretendido aumentando la desconfianza en el país, pues si Hacienda duda de la solidez, el mundo se lo cobra.

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