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Analistas 27/01/2022

Basta ya

Juan Alberto Londoño Martínez
Ex viceministro de Hacienda

Basta ya de discursos vacíos y lugares comunes. Estamos cansados de que nos digan que van a luchar contra la corrupción, que este es el flagelo más grande, que si acabamos con la corrupción el país va a dar un brinco de calidad y seremos un paraíso.

En Colombia cada legislatura expide una norma para combatir la corrupción, se imponen más trabas, se crean más trámites y esto contrario a erradicarla, dificulta el actuar de todos los colombianos que hacen las cosas bien. La corrupción se afinca en la tramitología y en el desconocimiento de la buena fe, en la creación de nuevos trámites o requisitos para el ejercicio de una actividad; hecha la norma, hecha la trampa, en cada paso adicional se impone un nuevo obstáculo a la competitividad. ¿Por qué no permitir la homologación de permisos en el país, si estos ya fueron otorgados por autoridades internacionales reconocidas?

No más con el insulso y falaz discurso en el que afirman que lo que el país necesita es acabar con las exenciones tributarias que benefician a los ricos y que esto permitiría que el país estuviera boyante. Carreta, es lo que se debe hacer, sí, pero cada vez que se ha propuesto salen a rasgarse las vestiduras y a decir que se está atentando contra la clase media. Seamos claros, la mayor exención tributaria que existe en el país es la del IVA. Aquí está el hueco de nuestro sistema tributario, en el no cobro de un IVA generalizado a todos los productos, en tener tarifas diferenciales y productos exentos. Se inmolan por no ampliar la base de contribuyentes y porque los pensionados con mesadas más altas no paguen renta. Es decir, quieren mantener las exenciones.

Candidatos, no nos digan más que su principal política consistirá en generar millones de empleos y que aumentarán la inversión de manera histórica. No nos engañen afirmando que nuestra sociedad está llena de beneficios para unos pocos y que los pobres están desatendidos por el Estado y son oprimidos por una sociedad corrupta y elitista.

Proclaman ese discurso populista pero cada día hacen más costoso el empleo formal, reduciendo por ejemplo la jornada laboral. Defienden las cajas de compensación y toda la parafiscalidad que no es más que un costo adicional a la nómina y formalidad. Piden mantener los subsidios a las pensiones en vez de pensar en generar cobertura para quienes no pueden acceder a ella. Piden aumentar los impuestos a los dividendos cuando ya las empresas pagaron el impuesto de renta a tarifas exorbitantes. Así no existirá inversión. Si se quieren gravar los dividendos, deben disminuir considerablemente la tarifa de renta de las empresas. Recuerden que más del 92% son solo micro y pequeñas que no pueden seguir soportando cargas absurdas. Se oponen a cualquier medida de flexibilización laboral, el salario por horas y a reconocer las nuevas realidades del mercado.

Basta ya con salir a decir que el país cada día está peor y con hacer política basada en la destrucción de las instituciones y en el desconocimiento de todo lo que hemos construido como sociedad. No es admisible que defiendan la protesta social, que si bien es legítima, no puede terminar en vías de hecho, pero que no se exija respeto por las instituciones, que pidan seguridad y presencia del Estado, pero desconozcan los logros en cobertura de salud, educación, y servicios públicos, entre otros. No pueden seguir oponiéndose a que se ejerza la autoridad, pero vivan pidiendo que se negocie con todo aquel que infringe la ley.

Hablan de concertación y libertades, pero desde su superioridad moral oprimen a cualquiera que piense distinto, hablan de clientelismo sin entender que el país se gobierna y se dirige reconociendo a la clase política de la que tanto denigran y a la que aspiran. El país necesita unirse y trabajar sobre los logros sociales que se han ido construyendo y que los gobiernos han fomentado. Basta ya de mesianismos.

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