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Analistas 28/03/2019

Bancos centrales en su laberinto

José Ignacio López
Presidente del Centro de Estudios Económicos Anif

Desde el año pasado se prevía que 2019 iba a ser un peor año en materia de crecimiento económico mundial. Las proyecciones iniciales del Fondo Monetario Internacional para 2019, hechas en octubre de 2018, mostraban que debido a una desaceleración de Estados Unidos, la zona Euro y el Asia emergente, el crecimiento mundial se reduciría a 3,5% en 2019 de 3,7% en 2018. Estas cábalas iniciales no contaban con el aumento de la incertidumbre asociado a la guerra comercial entre Estados Unidos y China, el drama de la salida del Reino Unido de la Unión Europea y el empeoramiento de las perspectivas de crecimiento de Europa continental. Las cifras económicas en lo corrido de este año han sido peor de lo esperado y apuntan a un crecimiento mundial inferior en 0,2 puntos porcentuales.

En reacción a estas malas noticias, los Bancos Centrales de los países desarrollados, en particular la Reserva Federal de los Estados Unidos y el Banco Central Europeo han anunciado una pausa en su normalización de política monetaria. De hecho, en su última reunión del 20 de marzo, la Reserva Federal sorprendió a los mercados con un tono cauteloso y unas proyecciones de crecimiento de la economía norteamericana más bajas. Las proyecciones actualizadas de los miembros del comité de política monetaria de la Reserva Federal no anticipan ningún aumento de tasas en lo que resta del año, y en los últimos días el mercado de futuros de tasas de interés ha incorporado en sus precios la probabilidad de una baja de 30 puntos básicos en tasas hacia finales de este año. El Banco Central Europeo, por su parte, ha extendido el período de espera para normalizar su política monetaria, y no se puede descartar una política de estímulo adicional.

Con motivo de estos anuncios de política, la discusión sobre la coyuntura económica ha sido nuevamente capturada por el tema monetario. Los Bancos Centrales parecen reaccionar instintivamente a las peores cifras con anuncios de una política monetaria más laxa. La paradoja es que dichos anuncios refuerzan el pesimismo de los agentes con respecto a las perspectivas de crecimiento, lo que se traduce en aumentos de las primas de riesgo y en una mayor preocupación, que raya en pánico. Adicionalmente, el monopolio de la discusión en términos de política monetaria muestra la falta de una agenda económica en muchos países desarrollados y aumenta cada vez más el escepticismo de que problemas estructurales de crecimiento asociados a fenómenos como el envejecimiento de la población, menor crecimiento de la productividad y un deterioro de la calidad institucional puedan ser atendidos con instrumentos de política monetaria. Algunos países desarrollados parecen ser pacientes y están adictos a la medicina paliativa que le ofrecen los Bancos Centrales.

Esta coyuntura puede ser favorable para los países emergentes en la medida que una normalización más lenta de la política monetaria o nuevos estímulos por parte de los Bancos Centrales de países desarrollados terminen alimentando los flujos financieros hacia la periferia. No obstante, en la medida que el discurso de los Bancos Centrales alimente el sentimiento de pánico, nuestros activos domésticos van a enfrentar en el futuro inmediato una mayor volatilidad marcada por aumentos de las primas de riesgo en la medida que los inversionistas buscan refugio en activos más seguros como el dólar y los tesoros norteamericanos.

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