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Analistas 24/07/2020

El camino a la reconstrucción

La semana que termina podría ser una de las más importantes del año para que la economía mundial comience a vislumbrar el doloroso camino que hace falta para recuperar la totalidad de las industrias tal como las conocíamos antes de la pandemia. Comienzan a salir reportes de analistas que ven con optimismo el acuerdo firmado el martes dentro de la Unión Europea y que sienta las bases para un rescate financiero para la totalidad de la zona. Europa le dedicó cinco intensas jornadas, con días y noches sin parar, enfrascados en discusiones macroeconómicas teóricas.

Los equipos técnicos, que hasta hace pocos meses analizaban el efecto del Brexit o los precios del petróleo, tuvieron que volver a las entrañas de sus vericuetos académicos y apoyarse en expertos externos, bancas de inversión y economistas no formales para entender los escenarios. Finalmente, los líderes de la Unión Europea acordaron el plan de estímulos por un valor aproximado de 750.000 millones de euros para financiar la recuperación económica y social de Europa. Nada será gratis, nada será fácil. El plan supone un reacomodo del gasto público, de la forma como los países accedan a los recursos, bonos soberanos y algunos ajustes los procedimientos del Banco Central Europeo.

El plan de rescate, llamado “Next Generation EU”, tiene una serie de fases. La primera, y más urgente, se va a centrar en recuperar a los empresarios europeos para que se mantenga la mayor cantidad de empleos posible y así poder contar con una menor caída en el consumo promedio de los hogares.

En muchas zonas habrá recesión y millones estarán estimulados a no gastar, así conserven sus empleos, disminuyendo rubros críticos para la economía del viejo continente como el turismo, el ocio y el entretenimiento. Las fases posteriores buscarán crear estructuras en cada país para fortalecer las instituciones y las economías de largo plazo. Por último, se buscará blindar al continente, con colchones financieros grandes, de futuros eventos de crisis como el que vivimos actualmente. No se descarta devaluar artificialmente el euro de ser necesario.

Los líderes europeos se mostraron satisfechos al verse unidos por una razón poderosa: lograr el objetivo común de crear mecanismos que fortalezcan la zona. Al diseñar un plan que evita riesgos a futuro se “resanan” las bases originales que llevaron a las pocas naciones a conformar en 1957 la Comunidad Económica Europea con el Tratado de Roma. La idea es trabajar unidas como un bloque, estar nuevamente en la misma página. Todo con una razón de ser simple: buscan juntos el mayor bienestar de sus ciudadanos, una calidad de vida razonable y sostenible.

Para eso se necesita una economía grande, diversa, una única moneda y ciertas condiciones básicas y fundamentales que parecen haber reaparecido durante la crisis. La mayor de ellas, la confianza entre los miembros. Sin confianza no hay nada, y de eso sí que estamos lejos en nuestro país. Deberíamos empezar por ahí. Todo este gran negocio de reconstruir, recuperar la economía y sanear a la sociedad no se va a lograr sin confianza. Tremendo dilema tenemos pues uno observa justamente la orilla contraria en las voces de nuestros presuntos y destemplados líderes.

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