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Analistas 05/11/2021

Abudinen y Benedetti pierden

Esta semana se presentó la exministra TIC Karen Abudinen como testigo ante la Sala de Instrucción de la Corte Suprema de Justicia, para dar su versión en el caso de investigaciones contra varios congresistas supuestamente involucrados en el escándalo del contrato de Centros Poblados. La Corte investiga un posible tráfico de influencias de congresistas que habrían influido para evitar cesión o caducidad del contrato. Luego de la diligencia, Abudinen dijo: “Aquí sigo en Colombia y no me iré, por nada del mundo, ni pediré asilo político ni tengo por qué escaparme de la justicia. Que no se les olvide a todos los colombianos que fui yo como ministra quien hizo las respectivas denuncias”.

En el trámite de la diligencia, Abudinen no entregó las copias de chats de WhatsApp ni copias de registros de llamadas con el senador Armando Benedetti. Lo que manifestó, por intermedio de su abogado, es que puso a disposición de la Corte acceso al teléfono para que se realice una prueba técnica forense del dispositivo, para de esta manera poder aportar pruebas que permitan a los magistrados tener los elementos de juicio y verificar sus acusaciones. Posteriormente en su cuenta de Twitter explicó que sí había recibido una llamada de Benedetti, que estaba indagando por la posibilidad de no cesión o caducidad del contrato, pero que no “sintió presión”. Benedetti ha dicho en las últimas horas que la publicación inicial de Abudinen en redes sociales fue mentirosa, con intención de daño y que lo hizo porque tenía rabia contra él.

Si esto es así, con versiones contradictorias, con declaraciones diferentes en público, en redes y ante la Corte, el único camino que tienen los magistrados es el de solicitar tener el mismo acceso al dispositivo móvil del senador Benedetti para poder tener completa la evidencia necesaria para tomar una decisión. A mi juicio, no tiene nada de transparente que un legislador llame a un ministro por un contrato, si no tiene intereses particulares o comerciales. La llamada podría ser para “hacerle la vuelta” a un tercero. Si tiene dudas o cuestionamientos puntuales pudo haber citado a un debate de control político. Lo más evidente es que lleva varias horas dedicado a pelear por redes con periodistas que le hacen preguntas, como si matar al mensajero solucionara sus problemas ante la justicia.

Abudinen deja un manto de duda grande pues una cosa insinuó al acusar a Benedetti inicialmente de estar indagando por Centros Poblados, para luego suavizar la versión ante la Corte, escenario en donde aplica la gravedad de juramento. En redes sociales no hay gravedad de juramento, pero las burlas, memes y comentarios ejercen la suficiente presión social, de la cual Abudinen no logró escapar. Su carrera política finalizó. De este golpe no se levanta de la lona. La carrera política de Benedetti también terminó. La extinción de dominio de sus bienes se suma al descache político de haber anunciado apoyo al proyecto de Gustavo Petro. En ese momento hasta pensé que, junto a Roy Barreras, campeón mundial en volteretas, eran disfraces de la derecha sembrados como caballos de Troya para espiar al candidato y derrumbarle la campaña. Abudinen y Benedetti perdieron, otro ejemplo más de un elegante Equilibrio tipo Nash.

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