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Analistas 09/03/2022

La lengua y el universo digital

Jorge Fernando Negrete P.
Presidente de Digital Policy & Law

Para que las cosas existan, hay que mencionarlas.

Eso me decía el escritor mexicano, José María Pérez Gay hace casi 30 años, cuando imaginábamos los contenidos del cultural de México, Canal 22. El mundo adquiría significados, en tanto encontramos una forma de identificar, definir y explicar la realidad, con nuevos conceptos y nominaciones. Un mundo inconcluso, que se construye a partir de la lengua.

Hernán Cortés, el Conquistador de México, escribe en sus Cartas de relación a Carlos V, después de contarle lo que ha visto en México, que la lengua española le resultaba estrecha para designar tantas cosas nuevas y confiesa: “Por no saber poner los nombres a estas cosas no los expreso”; “No hay lengua humana que sepa explicar las grandezas y particularidades de ella.” Y García Márquez escribe en 100 años de soledad que “el mundo era tan reciente, que las cosas carecían de nombre y para mencionarlas, había que señalarlas con la mano”.

La lengua española es una lengua forjada por viajeros, andariegos e inmigrantes. Lengua de muchas lenguas, lengua de mestizajes, de emprendedores y de creadores. Carlos Fuentes

Palabras como Edge Computing, Big Data, Cloud, 5G, Smart City, WiFi, Realidad Virtual, Internet e Internet de las Cosas son hijas de viajeros, andariegos e inmigrantes digitales, de científicos y centros de investigación privados y públicos que nominan nuevas realidades, usos y conductas en la sociedad.

El lenguaje y nomenclatura que el universo digital propone es audaz por lo profuso, florido, abundante y altamente epidémico. Este lenguaje es apoyado por una base de evidencia empírica que reclama espacios de vida en las nuevas cadenas de valor, nuevos modelos de negocio, nuevas categorías jurídicas y semántica del lenguaje. El lenguaje digital es acompañado por la construcción de oraciones completas, que imaginan y construyen mundos alternos y poderosas realidades que ponen contra la pared a los marcos jurídicos actuales.
Fui invitado a hablar de estos temas en el Congreso Iberoamericano de la Lengua Portuguesa y Española, CILPE, en Brasilia, y escuché con atención la propuesta de hablar de soberanía lingüística. Interesante concepto, pero creo que a la lengua, como otras áreas de los derechos fundamentales, les puede sobrar ideología si no hablamos antes de política pública.

El idioma y las lenguas son un derecho fundamental que hoy incluye el reconocimiento a los elementos culturales que las construyen, enriquecen e incluyen a las mismas en el universo digital. Hay que nombrar las cosas, señalarlas y comprender su significado. Con la lengua y con los idiomas, habilitamos el ejercicio de otros derechos fundamentales. Por eso, en el mundo de la lengua y la lingüística, coincido en que debemos proteger su pluralidad, riqueza y semántica.

Pero como todo proceso cultural, qué sería del castellano y el portugués sin el Xoco-Atl (chocolate), Xitomatl (jitomate), Ahuacatl-Mulli (guacamole), César Augusta (Zaragoza), Toletum (Toledo), Pergamino (Pérgamo), Al Cadiz (alcalde), Gib el Tariq (Gibraltar) o tantas palabras prestadas de culturas diversas, transportadas, como dice Fuentes, “por viajeros, andariegos e inmigrantes”.

No sé si la soberanía lingüística responde a una fundada razón para la preservación de nuestra lengua. Lo que sí creo es en preservar y enriquecer la lengua con conocimientos y palabras que definan y construyan nuevas realidades, en este caso del universo digital. Una lengua poderosa, rica e incluyente. Comenzar por hablar en castellano, sin anglicismos y transportar significados, categorías y recursos conceptuales.

Propongo la creación de política digital lingüística y mirar al mismo tiempo, al Cielo y al Centro de Datos (La Nube), ¿pues no acaso la nube es la hermana mayor de los sueños?

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