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La junta directiva del Banco de la República está compuesta por 7 miembros, donde 4 están alineados para hacer bloque mayoritario y son quienes persisten en la idea de mantener la tasa de interés de intervención en 9,25%. Las continuas decisiones en este sentido la han justificado en la necesidad de asegurar la convergencia de la inflación a la meta del 3%, pero esta cautela excesiva se enfrenta a una crítica que deja sin piso sus argumentos.
La tasa de interés de intervención es un instrumento de la política monetaria que es operado por la junta directiva del Banco de la República y sirve para combatir fases inflacionarias o dinamizar la economía. No obstante, funciona cuando las causas de la inflación son de demanda, ya que cuando son de oferta, elevar o mantener inalterada la tasa de interés es, no sólo ineficiente, sino contraproducente, porque podría frenar la dinámica económica, como ocurre en estos momentos.
Justamente, buena parte de la inflación reciente se explica por choques de oferta, especialmente, por alimentos, regulados y recreación y cultura que aumentaron en octubre por efectos del periodo vacacional. Después del confinamiento ocurrió algo parecido, cuando la inflación empezó a subir sistemáticamente desde 1,5% en marzo de 2021 hasta 13,3% en marzo de 2023. Sin embargo, en dicha ocasión se combinaron causas de demanda, como la reapertura de actividades, el aumento del gasto por el ahorro generado en la pandemia y el crecimiento del crédito; junto a causas de oferta como la crisis de los contenedores, la crisis energética mundial y factores climáticos como el fenómeno de El Niño.
Para contener la inflación después de la pandemia la junta directiva decidió subir aceleradamente la tasa de interés desde 1,75% en septiembre de 2021 hasta 13,25% en mayo de 2023; pero poco pudo hacer el alza de la tasa de interés frente a las causas de oferta, sencillamente porque no tiene la capacidad de corregir dichos desajustes.
Por esta misma razón es que la decisión de mantener inalterada la tasa de interés tiene poca efectividad hoy, debido a que la presión en los precios está siendo generada por razones de oferta y de costos, no de demanda. Desde hace seis meses el bloque mayoritario de la junta ubicó la tasa de interés en 9,25% y desde entonces la inflación total ha pasado de 5% a 5,5% y la inflación básica sin alimentos ni regulados ha permanecido casi inalterada entre 4,7% y 4,9%.
Conviene señalar que dicha inflación básica es el indicador que sirve para evaluar las presiones inflacionarias de demanda y los fenómenos de indexación, entiéndase cuando los precios se ajustan automáticamente en función de la inflación pasada, como es el caso de los arriendos.
En tal sentido, los resultados están revelando que ha habido un leve aumento de precios, pero explicado por lo dicho antes -alimentos, regulados y ciclos festivos-, pues al analizar los precios de los otros bienes y servicios -inflación básica sin alimentos ni regulados- no se observa cambios, en otras palabras, no existe evidencia de presiones de demanda, por lo tanto, la decisión del bloque mayoritario es ineficiente.
Su persistente postura restrictiva es una actitud clásica dentro de la ortodoxia económica, pero también luce descoordinada frente a la política fiscal y la realidad productiva del país. Además, representa un costo macroeconómico innecesario que se manifiesta en el freno al crecimiento económico, la inversión y el empleo; y en un costo innecesario al crédito.
El Banco de la República es una entidad independiente y según los artículos 371 y 372 de la Constitución sus funciones debe cumplirlas en coordinación con la política económica y sus miembros de junta están obligados a representar los intereses de la Nación, respectivamente. En consecuencia, las decisiones del bloque mayoritario podrían estar representando un canje entre su deber constitucional por la pleitesía de la ortodoxia, al rendirle mayor tributo a los modelos teóricos que a las urgentes necesidades de la Nación.
Es por ello que resulta inaplazable preguntarse: si la independencia del Banco de la República está representada en su cautela excesiva por anclar la inflación en su cuestionable meta, entonces deber ser revaluada porque no es razonable que prime sobre los verdaderos intereses de la Nación.
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