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Analistas 30/09/2022

Pensamiento contracíclico

Javier Tovar Márquez
Profesor Inalde Business School

Kobe Bryant es conocido no solo como uno de los basquetbolistas más destacados de los últimos tiempos en los Estados Unidos; también fue una de las personas más importantes e influyentes durante el último siglo y su marca personal sigue hoy más viva que nunca, hasta ser considerado una leyenda. Mamba es el peculiar nombre que recibe una especie de serpiente negra que habita en el África y con la cual Kobe Bryant buscó identificarse después de que muchas adversidades estuvieran por acabar con su vida personal y su carrera profesional. En una entrevista para CNN, Bryant fue cuestionado sobre el porqué de tan particular apodo; su respuesta fue: "La mamba puede atacar con 99% de precisión a máxima velocidad, en sucesiones rápidas. Esa es la clase de precisión que quiero tener en la cancha…cuando estoy en la cancha, me convierto en eso. Soy esa serpiente asesina de sangre fría".

Además de su obsesión por cada detalle en el juego, Mamba era conocido por la particular forma de celebrar sus títulos de campeonato con los Lakers, ya que tan solo se tomaba algunos minutos para sonreír, compartir algunos abrazos, hablar con los medios de comunicación; después desaparecía. Durante la obtención del campeonato del año 2009, un reportero se acercó a preguntarle: por qué después de un logro tan importante, ¿no lucía feliz? Su respuesta fue nuevamente contundente: “el trabajo no ha terminado”. Aunque muchos deportistas querían ser como Kobe Bryant, el no quería ser como nadie más.

En las victorias y mientras muchos de sus compañeros de equipo salían de fiesta o de viaje, Mamba aprovechaba la experiencia y sabiduría de Michael Jordan, amigo personal y uno de sus principales mentores, para resolver preguntas sobre cómo mejorar su rendimiento en el lanzamiento de tiros en un 0.001% de cara a la próxima temporada.

La capacidad de Kobe Bryant para alinear con tal grado de determinación sus objetivos y definir con claridad sus ideas, acciones y sus resultados tiene que ver en gran parte con el pensamiento contracíclico. Este se encuentra comúnmente asociado con las decisiones que se toman en la economía, específicamente en temas de política monetaria y fiscal y se trata precisamente de esto: de tomar decisiones desde las finanzas públicas para minimizar los efectos de los ciclos económicos. Sin embargo, adaptar el pensamiento contracíclico a nuestras decisiones personales y al quehacer directivo de las empresas puede ser una muy buena herramienta para mejorar la alineación en la estrategia empresarial y asegurar una correcta ejecución.

Aunque la incertidumbre siempre ha sido parte de la historia de humanidad, hoy parece más tangible que antes. Las inestabilidades políticas, económicas y sociales hacen que sean numerosas las variables sobre las cuales cualquier directivo deba decidir. Llevar el pensamiento contracíclico a las organizaciones es fundamental porque puede llevar a hacernos preguntas incrementales sobre nuestras incertidumbres y a alinear mejor nuestras acciones en el presente.

De igual manera, cuando adherimos el pensamiento contracíclico en cada fase del proceso de ejecución de la estrategia, podemos quitarnos el sesgo que pueden traer las probabilidades ya que además de las herramientas matemáticas, traemos a la discusión la capacidad de hacer preguntas y elaborar ajustes, nos permite además ver que variables se mantienen a lo largo de cada probabilidad para poder perfilarla desde el presente y añadir flexibilidad para que el futuro tome forma. Ya vimos como visto desde la mentalidad de un ganador, una variable de tan solo 0.001% si puede ser representativa y además ser objeto de mejora, lo cual por un lado nos diferencia y por otro nos aleja de nuestros competidores. Sin ninguna duda vale la pena retar la incertidumbre.

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