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El Nobel de Economía 2025 no solo premió a tres grandes economistas -Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt-, sino que envió un mensaje contundente al mundo: el crecimiento solo es sostenible cuando está impulsado por la innovación. Su teoría de la “destrucción creativa” nos recuerda que las tecnologías nuevas deben reemplazar sin miedo a las viejas si queremos avanzar en productividad y calidad de vida.
Ese mensaje le cae como anillo al dedo al campo colombiano. Tenemos cerca de 40 millones de hectáreas con potencial productivo y apenas cultivamos una quinta parte. Es decir, no nos falta tierra: nos falta transformación. Enfrentamos barreras reales -una población rural que envejece, alta concentración de tierras, tecnologías rezagadas- y, sin embargo, seguimos financiando, muchas veces, esquemas que ya cumplieron su ciclo. Con crédito tradicional no vamos a construir un campo moderno.
El crédito debe ser el motor de la innovación: maquinaria inteligente, digitalización de procesos, biotecnología, transformación de productos para que salgan del campo con valor agregado. No basta con incluir financieramente: hay que incluir con sentido de futuro.
En el Banco Agrario entendimos que el productor no necesita solo plata: necesita acompañamiento, conocimiento y alianzas. Por eso hoy financiamos bajo un modelo integral. Nuestros convenios de tasa compensada no solo alivian costos, sino que conectan al productor con asistencia técnica y redes de colaboración. Y no lo hacemos solos: nos aliamos con la Agencia Nacional de Tierras, la Agencia de Desarrollo Rural, los gremios y hasta con las Juntas de Acción Comunal, que conocen cada vereda mejor que cualquier despacho en Bogotá. Aún falta mayor articulación institucional y más recursos orientados específicamente a la innovación para los pequeños productores. Pero el camino ya empezó.
Porque así se construye transformación: crédito sí, pero inteligente; inclusión sí, pero con productividad; crecimiento sí, pero con innovación como requisito. Colombia no puede seguir viendo el campo como paisaje o como deuda histórica. El campo es la despensa del país, el motor del ingreso rural y nuestra mayor oportunidad de desarrollo. Mientras más de más de 600 millones de personas en el mundo padecen hambre, según el informe “El Estado de la Seguridad Alimentaria y la Nutrición en el Mundo”, nosotros tenemos tierra, productores y voluntad. Lo que falta es acelerar.
El Nobel ya nos dio la señal. Hoy, más que nunca, Colombia debe volver a mirar al campo con visión de futuro. En el Banco Agrario estamos listos para liderar esa transformación.
Es un deber para las autoridades municipales, departamentales y nacionales, prestar especial atención a estos dos municipios, pues vamos a lamentar como sociedad lo que allí ocurre y tenemos la solución en nuestras manos
El déficit de gas, que ahora reconoce el Gobierno, ha obligado a su importación desde diciembre del año pasado para garantizar el cubrimiento de la demanda esencial. Como era de esperarse, el precio del gas importado es mayor
Fue un milagro: todos trabajaron sin vanidad. Decidieron como primera conclusión apoyar con convicción a la policía y al ejército para volver seguro todo el país. Luego se pusieron de acuerdo en que la economía exige atención