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Analistas 25/01/2022

Pensamiento digital

Hernán David Pérez
Asesor en transformación digital y productividad

En inglés el término buzzword se refiere a palabras de moda que se utilizan de manera habitual en los negocios para describir conceptos novedosos y de vanguardia, pero que no suelen ser comprendidos en su real magnitud.

Es probable que uno de los buzzword más ampliamente utilizados en las organizaciones de hoy sea el “pensamiento digital”, término que refleja la importancia de un nuevo estilo de razonamiento que permita acelerar la transformación de los negocios y la sociedad para brindar mejores experiencias a clientes y empleados, y generar mayor valor a las partes interesadas. Desafortunadamente se torna difícil convertir este término abstracto en elementos tangibles para gestionar eficazmente el desarrollo de conocimiento y habilidades de las personas y las organizaciones.

No significa tener proficiencia en conocimientos técnicos sobre las tecnologías digitales. Más bien, debemos entenderlo como una diferente forma de razonar y de gestionar para abordar los problemas y desarrollar las actividades en el día a día.

Desde la mirada de los procesos de negocio, el pensamiento digital se puede comprender bajo cuatro competencias: (i) capacidad para comprender las necesidades del cliente: ponerse en el papel del cliente para comprender su interacción con el producto o proceso y mejorar su satisfacción, entendiendo las perspectivas de compradores, consumidores, usuarios y empleados; (ii) capacidad para elegir tecnologías: en el desarrollo y mejoramiento de productos y procesos no todo debe ser digital; es necesario tener la capacidad para determinar cuándo es conveniente, y cuando no, usar y mezclar tecnologías digitales, predigitales o análogas; (iii) capacidad para el desarrollo ágil: en el desarrollo de productos y procesos, hay una orientación al desarrollo mediante prototipado rápido -mínimo producto viable-; siempre bajo el marco de reducir y mitigar los elementos generadores de falla, y en caso de fallar, tener predefinidos los criterios que permitan fallar temprano y barato; y, por último, (iv) capacidad para tomar decisiones basadas en el análisis de datos: se da importancia a la captura de los datos y su análisis como guía para la toma de decisiones y generación de valor; se vuelve indispensable que la organización y las personas desarrollen competencias en la captura de datos estructurados y no estructurados, mediante el internet de las cosas y las redes sociales, entre otros, y, el análisis de estos datos.

Desde la mirada de las personas, el pensamiento digital promueve tres comportamientos claves: (i) agilidad y colaboración: fomenta la colaboración en red y la toma de decisiones ágiles dentro de los equipos, reduciendo la importancia del nivel jerárquico en la toma de decisiones; (ii) gestionar el temor al cambio: comprende y administra los temores de las personas con respecto a la transformación digital; punto de alta relevancia, pues es generador de los mayores fracasos y puede ser mitigado con una conversación franca y clara, donde se aborde este temor desde la perspectiva de estar siendo partícipes de un proceso que va a incrementar las competencias profesionales; y, finalmente, (iii) confianza: se generar un ambiente de credibilidad alrededor de las capacidades del talento interno, tanto por el conocimiento profundo sobre lo que funciona y lo que no en el negocio, así como por su capacidad para contribuir en el proceso de transformación.

¿Cuántas veces hemos escuchado la descalificación del talento interno para abordar procesos de transformación? ¿Cuántos fallos hubiéramos evitado al involucrar al talento interno?

Finalmente, ¿usted y su organización están emprendiendo acciones para evolucionar hacia un pensamiento digital que permita liberar todo el potencial de su organización?

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