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Analistas 02/10/2021

Partidos políticos

Gustavo Moreno Montalvo
Consultor independiente

Los partidos son organizaciones de ciudadanos con tres propósitos centrales: impulsar propuestas relacionadas con lo público, movilizar recursos para la financiación de campañas y motivar a los electores para decidir en las urnas.

En la historia de Colombia hubo dos partidos principales desde mediados del siglo 19: el liberal y el conservador. Ambos eran de orientación liberal e economía pero se diferenciaban en dos aspectos: el partido liberal era más inclinado al federalismo y a la ausencia de pautas públicas en materia de moral, en tanto que el conservador era más cercano al centralismo y su ala progresista a la moral de la encíclica papal Rerum Novarum; la iglesia católica era mayoritaria en proporción abrumadora hasta los años 60. Ninguno de los dos partidos fue partidario de la propiedad estatal de los medios de producción y distribución.

El Partido Comunista se formó en 1930, nunca tuvo gran éxito entre los electores, y quedó excluido de espacio por el Frente Nacional, con alternancia en la presidencia de liberales y conservadores entre 1958 y 1974. En 1965 se fundó el Partido Comunista de Colombia, de orientación maoísta, a raíz de la divergencia entre Moscú y Pekín.

Entre tanto, el país hizo tránsito de rural a urbano. Desde 1970 surgieron la Alianza Nacional Popular, liderada por el ex dictador Rojas, y la Unión Nacional de Oposición, orientada por el Partido Comunista y el Movimiento Obrero Independiente Revolucionario. En 1985 se formó la Unión Patriótica, con el partido comunista y las Farc, grupo rebelde en negociación con el gobierno nacional; esta iniciativa fue socavada por el narcotráfico en connivencia con paramilitares y algunos oficiales regionales. El colapso del comunismo ruso en 1991 restó fuerza a la idea de hacer estatal la propiedad.

La constitución de 1991, producto de liberales, conservadores y miembros del movimiento rebelde M-19, desmovilizado y reconocido como movimiento en 1990, estableció un sistema electoral caótico, con gran número de grupos políticos en los cuerpos colegiados.

La reforma de 2003 estableció mínimo 2% de los votos para la existencia de grupos políticos, y en 2009 este mínimo subió a 3%. Aunque estas reformas redujeron el desorden, contrastan con la regla de la República Federal Alemana, con mínimo 5%. Además en la práctica todo aspirante debe movilizar los recursos para financiar su campaña, lo que impulsa la corrupción y socava la independencia de los elegidos frente a sus patrocinadores.

Tampoco hay ordenamiento sistemático de asuntos por abordar, lo cual hace difícil para el elector comparar las propuestas de los distintos grupos, ni existen restricciones adecuadas para comunicaciones en campaña más allá de límites a montos de difícil control: el proceso electoral se convierte en ejercicio de marketing.

Así las cosas, no hay sistema serio de partidos en Colombia, con espacios claros en la base para la participación activa, aprovechamiento eficaz de las tecnologías contemporáneas para promover la discusión ordenada de los asuntos principales ni formación democrática de cuadros directivos con legítima aspiración a participar en procesos electorales.

Los partidos son esenciales para el buen funcionamiento de la democracia. De allí la importancia de reglamentar en forma adecuada los procesos para su funcionamiento, necesarios para lograr buenas leyes, justicia eficaz y administración adecuada.

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