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Analistas 05/05/2020

Lo duro es arrancar

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo

Lo más duro para superar esta crisis va a ser cómo recuperar la caja de las empresas, después de un esfuerzo de más de un mes asumiendo nóminas y otros gastos, sin vender sus productos. Apagar es muy fácil, arrancar es lo difícil.

Se quemó una parte del patrimonio, a su vez la caja por una causa ajena a la gestión; por decisión del Gobierno se paralizaron la oferta y la demanda, desde luego para defender un interés superior de la sociedad, como es la salud de todos.

La mayor dificultad para reiniciar va a ser la consecución de recursos financieros frescos. Seguramente la banca va a estar -no sólo con una gran aversión al riesgo, sino con dificultades de expansión-, porque prorrogando cerca de 30 % de la cartera, también enfrentará dificultades de caja para mantener la liquidez, fundamental para los ahorradores , no obstante tener acceso permanente al Banco de la República para utilizar cupos que le mantengan esa liquidez.

Ante esta circunstancia lo primero es pedir a la Superfinanciera que exima de calificación de cartera a la banca al cierre del primer semestre, que la aplace para marzo de 2021, después del cierre del año. Si se llega a calificar con cierre a junio la gran mayoría de las empresas mostrarán resultados negativos; los bancos rebajarán la calificación, les generará provisiones contra patrimonio y perderán capacidad para captar y prestar. Los clientes, al ser degradados en calificación, pierden acceso al crédito y serán reportados a las centrales de riesgo, iniciando el verdadero círculo vicioso de la crisis, que termina con daciones en pago, empresas quebradas y el estado, ayudando a los bancos para sacarlos de las pérdidas con el fin de salvar el ahorro del público y el sistema de pagos.

Para afrontar ese probable escenario, propongo que el Estado, en cabeza por ejemplo de la Financiera Nacional, suscriba bonos convertibles en acciones (Boceas) hasta por 4 % de las ventas de 2019, de las empresas que lo requieran. Esta cifra resulta al estimar la pérdida probable en un mes de paralización. Los Boceas, pueden ser a tres años con un sólo cupón de intereses pagadero en el cuarto año.

De esta forma, las empresas reciben recursos frescos sin costo, ni vencimiento inmediato y tienen la alternativa de pagarlos al tercer año; de lo contrario deben emitir acciones para pagar los bonos, al valor intrínseco de diciembre de 2019. La diferencia con el valor que tengan a diciembre de 2022 sería la compensación al Estado, por el esfuerzo. Pero si la empresa no puede, los accionistas podrían comprar los bonos. En todo caso este emisor deberá, obligatoriamente, inscribirse en la Bolsa de Valores al hacer la emisión, con el efecto secundario de dinamizar el mercado de valores. Es claro que en el entretanto la empresa no podrá repartir dividendos.

Para que arbitrariedad, favoritismo, clientelismo, amiguismo y corrupción no gobiernen estas decisiones, el acceso debe ser objetivo y libre, no sometido al juicio de ningún funcionario; la empresa, de cualquier tamaño que lo requiera solicita los recursos y emite los bonos, con el tope señalado, porque todas las empresas son necesarias y a todos los afectó el coronavirus.
El objetivo será “todos en la cama y ninguno en el suelo”.

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