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Analistas 07/11/2013

La pérdida del poder

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo
La República Más
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“Los micropoderes están bloqueando a los actores establecidos muchas oportunidades que antes daban por descontadas. En ocasiones, los micropoderes incluso llegan a imponerse a los actores largamente establecidos”.

Esta afirmación aparece en el libro de uno de los analistas de economía y la política internacional más reconocidos, Moisés Naím, titulado “La Pérdida del Poder”. 

Señala que son “actores pequeños, desconocidos o antes insignificantes, que han encontrado formas de socavar, acorralar o desmontar a las megapotencias, esas grandes organizaciones burocráticas que antes dominaban sus ámbitos de actuación”. Parecería que el autor escribiera sobre lo sucedido a la Federación Nacional de Cafeteros, o que lo advirtió y nadie lo copió. Si desde que se iniciaron las manifestaciones de inconformidad en agosto de 2012 con la marcha de Manizales, se hubieran percatado de esta realidad sin arrogancia, y escuchado esos micropoderes, hoy los MICROPODERES (léase Dignidad Cafetera), no reclamarían como propios los recursos para los cultivadores y no mantendrían en jaque al gremio y al Gobierno.

Porque como afirma Naím, “los micropoderes, para triunfar, recurren a nuevas ventajas y técnicas. Desgastan, obstaculizan, socavan, sabotean y son más ágiles y rápidos que los grandes actores, de tal manera que estos últimos, a pesar de sus vastos recursos, con frecuencia se encuentran mal equipados y mal preparados para resistir”. 

Esta radiografía es patética y yo agregaría que la capacidad de escuchar y de aceptar a los micropoderes como parte de la organización de productores podría haber neutralizado, al menos el interés gremial y económico que los acompañaba y que los llevó con facilidad a caer en manos de grupos políticos que se apoderaron de sus banderas. Finalmente, fueron tantos los productores involucrados pertenecientes al mismo gremio, que de encontrar soluciones internas, jamás hubieran terminado respaldando a Dignidad Cafetera, encontrando en esa minoría triunfos con nuevas técnicas.

Exactamente esta fue la actuación de los promotores del Paro Cafetero. No se sabía quiénes eran, ni cuántos, ni contaban con una representación formal legítima de afiliados, pero sí con la capacidad de perturbar al gremio, al país y al Gobierno. Lograron que los medios de comunicación y los parlamentarios les aportaran la fuerza para paralizar el país y obligar al Gobierno a sentarse en la mesa a negociar sus solicitudes, en su condición de MICROPODER, sin manifestar la más mínima intención de ser reconocidos formalmente.

Ahora, cuando nuevamente los promotores del paro aparecen después de recibir $850.000 millones del presupuesto nacional, el mayor aporte económico de Gobierno alguno a la caficultura, la Institución debe responder manejando la situación de manera que pueda legitimar su condición de responsable de la ejecución de la Política Pública Cafetera. Esa ha sido la razón histórica por la que los Gobiernos, a través de un contrato de administración del Fondo Nacional del Café, han delegado la orientación y ejecución de programas cafeteros en el Gremio, con decisiones previamente concertadas.

Reaccionar ante la amenaza que nuevamente plantea Dignidad Cafetera es un reto enorme para la Federación. Si tenemos en cuenta que fue precisamente en el cafetero donde se iniciaron estos movimientos, y en quien el Gobierno confió para  que al igual que en décadas pasadas, controlara la situación, por lo que tradicionalmente ha representado. Sin embargo, el Gobierno, presionado, sin el acompañamiento de la vocería Institucional y el liderazgo gremial, puede verse obligado a sentarse nuevamente con MICROPODERES sin representación legítima, para discutir temas que deben ser resueltos por quien durante más de 85 años ha sido el responsable de la política cafetera. Si se desea conservar poder y liderazgo hay que entender el fenómeno, percatarse que estas emboscadas son la máxima expresión de los MICROPODERES, y actuar en consecuencia, porque como afirma Moisés Naím “la eficacia de estas técnicas para desestabilizar y desplazar a los gigantes afianzados indica que el poder se está volviendo más fácil de perturbar y más difícil de consolidar”. 

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