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Analistas 21/01/2025

Flota Mercante Grancolombiana

Guillermo Trujillo Estrada
Analista cafetero
Guillermo Trujillo

Desde hace muchos años se habla de la Flota Mercante Grancolombiana como un lastre para la Federación Nacional de Cafeteros. Y, llegó la hora de solucionar este problema de una vez por todas.

No es aceptable que una decisión absurda de la justicia -pero que desde luego debemos respetar- condene al Fondo Nacional del Café (en cabeza de la Federación de Cafeteros como su administrador), a pagar los pensionados de la empresa liquidada hace varias décadas.

En el último congreso cafetero, entregaron a los delegados un documento titulado “Recuento histórico de la Flota Mercante Grancolombiana y de su pasivo pensional: su impacto en la economía colombiana y en las finanzas del Fondo Nacional del Café”; supongo que a pesar de los esfuerzos y sacrificios que hasta ahora se han hecho, es una obligación que por razones legales corresponde al Fondo Nacional y, se proponía la administración concientizar a los delegados de lo que puede significar como esfuerzo económico adicional.

Lo que resulta inadmisible es el sacrificio que deben hacer los cafeteros, que hoy contribuyen con US$0,06 por libra de café exportado para recibir bienes públicos, y que éstos terminen destinados a atender un problema generado hace más de treinta años. Por eso, considero que en justicia se deben realizar activos que se poseen desde esa época -y que hoy poco se utilizan- para reunir el dinero suficiente con qué hacer una conmutación pensional y salir de una vez por todas de este problema.

Sería un acto de prudencia financiera y de justicia con los actuales productores, que nada tienen que ver con un pasado, en el que la Flota le sirvió a los cafeteros y al país, generando ingresos institucionales que permitieron crear un patrimonio con activos que hoy propongo realizar.

Concretamente me refiero a miles de metros cuadrados de bodegas que se construyeron en esas épocas, en los mejores lotes de cada ciudad, para almacenar hasta 12 millones de sacos, y así respetar las cuotas del Pacto del Café, que tanto valor les generó a los productores.

Aceptemos que las épocas cambian y que de las únicas empresas de almacenamiento y logística que existían en el país, eran las que construía la Federación; pero hoy, estamos llenos de opciones modernas, de empresas especializadas, que utilizan todos los sectores productivos en la modalidad de tercerización.

Si bien en 1946 era una necesidad para el país, que los cafeteros, por ser el producto de exportación, atendieran el llamado del Gobierno para hacer la inversión, debido a que el Estado no tenía con qué realizarla para solucionar un problema nacional, es una razón más para el desconcierto que produce a los cafeteros pagar el absurdo fallo judicial.

También hay que anotar la acertada decisión de prescindir de la naviera, -por parte de Don Jorge Cárdenas, que vio venir la inviabilidad de todas las navieras estatales y paraestatales de estos países- y que ahora malquerientes y nostálgicos añoran, como si el tiempo no le hubiera dado toda la razón a la Federación de aquella época, que logró salir de la operación de la flota. Por el contrario, procedió a participar con éxito en la privatización de los puertos, que ha sido un puntal fundamental del comercio internacional en estas tres décadas.

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