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La Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Cepal, ha puesto en el centro de su más reciente informe la inversión extranjera directa, IED, en la región, enfocándose particularmente en la minería y el potencial de los minerales críticos. Este tema trasciende el plano económico: se ha convertido en una prioridad para las políticas públicas de los gobiernos, dada su relevancia estratégica hacia 2050.
El informe examina aspectos fundamentales: desde la situación actual de las reservas y la producción-extracción, pasando por las tendencias de oferta y demanda, hasta los precios internacionales y la evolución de las exportaciones regionales de estos bienes.
En el contexto global, los minerales críticos -como el litio, el cobre y el níquel- se consideran esenciales para la transición energética y las tecnologías limpias. América Latina y el Caribe disponen de una parte significativa de estas reservas, posicionando a la región como un actor clave en las cadenas de suministro mundiales de energía renovable y movilidad eléctrica.
Sin embargo, el desafío no solo es mantener una alta tasa de extracción y exportación, sino desarrollar políticas exitosas que permitan convertir esta riqueza mineral en desarrollo sostenible y bienestar para la población, en la cuales podemos generar valor agregado y producir un mayor porcentaje de bienes de uso final.
Dentro del informe de la Cepal, se resalta que las tendencias de la IED en el sector minero están marcadas por anuncios de nuevos proyectos, una dinámica inversionista variable y el surgimiento de estrategias nacionales de atracción de capital externo.
Países con condiciones regulatorias claras y marcos de gobernanza sólidos han logrado captar inversiones más abundantes, mientras que aquellos con incertidumbre jurídica o políticas cambiantes enfrentan mayores dificultades para convertirse en destinos favoritos de la IED minera.
Colombia, en particular, debe tomar nota de este contexto internacional. Frente a la creciente demanda mundial de minerales críticos y estratégicos, nuestro país posee una oportunidad irremplazable si decide apostar por políticas públicas que articulen el aprovechamiento responsable de los recursos con la protección ambiental.
Es fundamental dejar atrás la polarización entre desarrollo minero y sostenibilidad: la realidad internacional muestra que es posible crear ecosistemas en los que concurran la voluntad política, la empresa privada, la academia y las comunidades. Sólo así se logra dar paso a modelos de minería que sean no sólo rentables, sino también justos, transparentes y beneficiosos a largo plazo.
La participación activa en la atracción de IED en el sector geológico-minero debe estar respaldada por garantías estables y claras para los inversionistas, lo que permitirá potenciar la probabilidad de éxito en la exploración y explotación de recursos. Cabe recordar que este es un sector económicamente maduro, pero de alto riesgo, tanto geológico como económico y ambiental.
Precisamente por ello, el Estado debe prepararse para aprender de los mejores ejemplos internacionales y desarrollar la capacidad, en el mediano plazo, de ser un actor legítimo y competente dentro de la industria minera. Así, Colombia podrá asegurarse un lugar destacado como proveedor estratégico de minerales, de minerales críticos y de minerales estratégicos y contribuir a la transformación económica que demanda el siglo XXI.
El primer daño es el tránsito de la búsqueda genuina de la verdad hacia la imposición de la posverdad, donde los hechos dejan de importar y son reemplazados por narrativas conveniente