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Analistas 10/06/2020

Unplugged, a.C/d.C

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

Ante nuestra errática conciencia, esta «Crisis» nos permitió experimentar algunos efectos que impondrán los «Cambios Climático y 4.0».

Durante el «Confinamiento», o «Después del Caos» (d.C), debemos aterrizar el derecho a la «desconexión» del teletrabajo, y prever escenarios «unplugged», como algún racionamiento, tornado solar o desplazamiento del «Campo» del planeta (en proceso), alterara indefinidamente los «Circuitos» (eléctricos), las «Computadoras» (electrónicas) y las «Comunicaciones» (electromagnéticas).

Al margen de tal «Contingencia», no tenemos GPS para determinar hacia dónde dirigirnos, qué ruta seguir y cómo ese abordaje afectará a quienes aguardan nuestro suceso; de hecho, las apócrifas guías de orientación, autoayuda o coaching, juegan al Oráculo pero ni siquiera descifran las dominantes narrativas que identificó Borges en «Cuatro Ciclos». Contradictorias, condescienden con la vanidad/banalidad; castigan a quienes no tienen medios (en condiciones extremas); cuestionan a quienes pierden (One Art, Bishop), y callan los sacrificios que trascienden a quienes desafían su “camino al andar”.

Con aire argonauta, Odiseo luchó pesaroso X años y perdió tantos más regresando a un reino que le intentaban usurpar o arruinar. Desviado por tentaciones y traiciones, se valió de artificios -tal como su Esposa, saboteando una meta autoimpuesta-; su perro lo esperó y, viendo más allá de su vitanda apariencia, murió rendido a sus pies.

En el campo de los astronautas, tras 20 años de matrimonio, quien siguió aquel “pequeño paso y gran salto” fue eyectado por una graduada en artes dramáticas, cuya profesión converge con la de Banderas, que dedicó el Goya por su Trayectoria a quien más sufrió su desorbitada ausencia; de quien se perdió innumerables secuencias y, sin embargo, representa su mejor producción: Stella, su hija.

Aniversario de Porcelana de la Burbuja «.Com», en la artificial modernidad las leyendas internautas, demiurgos del ciberespacio, siguen sobrevalorando el éxito y fracaso; dos caras de esa impostora moneda (If, Kipling), cuyos costos marginales son insubsistentes y relegan hacia planos escorzo a quienes deberían estar en primera fila.

Incluso los ganadores parecen venidos a menos, y tanto los principios como las vocaciones naufragan, resignándose ante esa mano invisible que separa, cada vez más, los peldaños en rutas de ida (sin vuelta). Esclavos del curso emprendido, cuando cicatricen los esfuerzos consagrados, esas sucedáneas carreras pueden resultar insatisfactorias, incompatibles o irreconocibles.

Verbigracia, los libertarios mosqueteros terminaron ninguneados o separados por despecho (Veinte Años Después, Dumas); la alucinación desdibujó a Pepé Le Pew, la Penélope de Serrat perfiló una idealización, y demasiados referentes, terrenales, se pierden entre dédalos, mutan durante la persecución y corrompen sus propósitos (e incentivos).

Volviendo al pasado, a.C, la «Contracción» de nuestra productividad reproducía los liminares de la Revolución Industrial (Productivity slowdown worst since Industrial Revolution. The Guardian, 2020). Reflexionemos sobre el futuro del trabajo, su sentido, automatización y confinamiento -en casa u oficina-, leyendo Burlería en Un Acto (Arlt); y, para reconfigurar/reconectar, Proverbios y Cantares (Machado).

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