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Analistas 04/02/2021

Teleducación: ¿la tele letal?

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

Protagonizada por Yunque, y su ministra Obtuso; Tórpez, y su secretaria Bombilla; los bajos de comunicación, y otros ignorantes o vagos, que también perdieron el año, el improvisado novelón de la presencialidad finaliza con un inesperado quiz: antes del covid, ¿qué resultados obteníamos en las pruebas de calidad, Pisa?

Mientras dicen haber logrado lo que nadie, evaden las reformas y consagran las formas: la economista modificó la etiqueta para los escasos Pilo Paga, pero no fue capaz de universalizar la Generación E (-Learning); y la hija de «maestra» sorprendió a los pedagogos, posesionando a una contadora (de cuentos).

Entre «carteras», trabajan como silos. Compran tapabocas textiles, estrenan outfit (tablet) y maquillan infraestructuras inadecuadas, donde el hacinamiento parece carcelario (o de IPS), y los baños permanecen cerrados, dañados o sin suministros. Innovadoras, disimularán esas imperfecciones pasándolas por la faja de la alternancia e intermitencia: costosas colchas de retazos que dejarán descubiertos a unos y otros.

Destruyeron árboles y recursos imprimiendo absurdos homenajes (Vivir para Educar, 2021); no se les ocurrió honrar a los mejores virtualizando sus cursos, porque no hay «Sistema» de Educación: además de plataformas LMS, hago referencia a la desintegración de la tele, cuyos India Catalina por dilatar noticieros, repetir novelones e imitar realities, contrastan con la histórica oferta académica de la BBC, multicanal, durante la pandemia.

Unimodal, Colombia enterró el Bachillerato por Radio (2004), y se desplazó hacia la insegura nocturna; también acredita demasiados garajes, públicos o lucrativos, mientras crece la oferta en línea, certificada por universidades del exterior, de podcasts y audio libros narrados cuál radionovela. Pan y circo, regalemos títulos «chimbólicos» para evadir la deserción que preocupa a Unicef, y ceder a la resistencia de Fecode, que protege a quienes se esconden bajo sus enaguas para evitar el esfuerzo de la capacitación, y las consecuencias de la evaluación docente.

Nadie asume responsabilidad política, social ni profesional, y tanto la burocracia como el opinómetro de las partes interesadas asfixian la pertinencia del debate metodológico y de contenidos. Además, mercantilizada la educación, interviene hasta Fenalco promocionando útiles «inútiles»; colmo de males, Papaz manifestó que los estudiantes se «motivan» si hacen esas compras, y sugiere hacerlo vía e-commerce (El Espectador, 24/01/2021).

Urge formar para transformar lo que queda de siglo 21, pues la pandemia sólo exacerbó la crisis humanitaria que arrastraba nuestro planeta, en permanente alerta roja o naranja, porque la obsesión Stem ni siquiera resolvió lo fundamental. Por eso la virtualidad, en las condiciones actuales, es como tener tarjeta bancaria sin dinero para usar cajeros electrónicos, datáfonos ni pagar en línea; y la presencialidad, en las condiciones preexistentes, parece rebusque.

Quiz: ¿Telemedicina es un galeno en noticiero o programa de variedades -acaso lo mismo-, o el doctor Yunque en Prevención y Acción? ¿Telejusticia es Caso Cerrado, o las videoconferencias de los abogados, fiscales, jueces y magistrados, que se fugaron? ¿La telelegal es cada congresista, virtualmente fingiendo que trabaja? Finalmente, ¿cree que lo antedicho funcionaba mejor en formato antiguo, presencial?

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