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Analistas 21/11/2023

Sinecura

Germán Eduardo Vargas
Catedrático/Columnista

La inteligencia artificial autónoma (IAA) nos permitirá revolucionar la naturaleza, el alcance y la utilidad del trabajo. Dejemos de perder tiempo en actividades desgastantes, a las que podríamos ser capaces de renunciar, si aprendemos a delegar.

La Paradoja de Solow demostró que la tecnología estaba en deuda con la productividad laboral. Convengamos que es más difícil medir y aprovechar los servicios administrativos -debido a sus ambiguas instrucciones, incoherentes reprocesos o disfuncionales sistemas-, que los basados en máquinas simples para potenciar la fuerza bruta en las operaciones fabriles.

Seguimos condicionados para registrar minucias que presuntamente mejorarían la coordinación, el seguimiento y la ejecución del trabajo; pero las fricciones entre nosotros y los sistemas de gestión son tan evidentes como su inefectividad, siendo frecuente que, pese a un esfuerzo tan absurdo como inhumano, nos estanquemos atendiendo bobadas o resolviendo negligencias.

Tales automatismos se reflejan en los descriptores de cargos o los contratos de desempeño. Sin entender para qué existen, y cómo impactan a otros, sus indicadores se limitan a numerar cuántas tareas ejecutaron. Aunado a esto, la computación reforzó otros vicios sofisticando los mapas de procesos, que evitamos desenredar o simplificar, y detallando listas de requerimientos que jamás depuramos, aunque atasquen nuestra contribución o nuestro potencial.

En los análisis de costos ABC las estimaciones son subjetivas o arbitrarias; así sobredimensionan los aportes y subestiman los recursos consumidos. Acaso aparentan cumplir aquella regla de 80-20, según la cual tendríamos claridad sobre las prioridades, sinergias o palancas, para impulsar los resultados. Nada más falso.

Haga un balance honesto, y descubrirá que desperdicia tiempo o su jornada se dilata, sin sentido, en un indefinido ciclo de presentismo. Entonces, su misión será desocuparse -delegando en la IAA-, para auto promoverse; de repente cambiará el agobio por el ocio, y precisará comprometerse a rehabilitar su mentalidad, para rediseñar su razón de ser.

Alabemos a la IAA cuando nos libere de las bases de datos, las hojas de cálculo, los procesadores de documentos y las cadenas de mensajería. También cuando nos reemplace en reuniones infructuosas, consolide las minutas y alerte a los interesados sobre decisiones incompatibles o metas inviables.

Según ActivTrak Productivity Lab (Quarterly Benchmarks Report, 4/11/2023), quienes estrenaron alguna IAA redujeron su jornada, aunque casi un tercio de esas personas continúa trabajando más de 10 horas diarias. Claro, hay gerentes que prefieren seguir eliminando empleos, y sobrecargando a esas personas con tareas ridículas, distractoras o redundantes.

Los equipos y deportistas de alto desempeño conocen el efecto de esos innecesarios excesos, en los momentos determinantes de la competencia (load management). De ahí que un error fatal de la economía y la gestión humana haya sido deshonrar el descanso planificado, y prohibir la contratación de suplentes para rotar.

La ecuación organizacional invita a reducir costos o agregar valor. ¿Hacia dónde apuntarán la IAA, y Usted?

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